El actor Jordi Mollà, en La Hacienda de Zapata. | Pilar Pellicer

TW

Say yes to life (Di sí a la vida) es el tentador título que el actor, director y artista catalán Jordi Mollà (Hospitalet de Llobregat, 1968) ha elegido para su exposición en la Nuru Gallery (Rambla, 15), un espacio que él mismo inauguró hace dos años. La apertura se celebrará este jueves, entre las 19.00 y las 21.00. Ahora, el intérprete que ha trabajado con actores como Javier Bardem, Penélope Cruz, Johnny Depp, Adam Driver o John Travolta, entre otros, regresa a la Isla para enseñar sus últimas creaciones a la vez que se convierte en el coprotagonista de un documental. Se trata de The Private Lives of Jordi & Domingo, que está rodando estos días en la Isla el cineasta italiano Giuseppe Ferlito sobre la relación entre Mollà y Domingo Zapata, artista mallorquín muy vinculado a Hollywood.

El título es un alegato a favor de la esperanza en unos tiempos más bien tenebrosos.

— Sí, es un ‘di que sí a la vida’, que no pueda con nosotros todo esto que nos ha pasado, lo que sea que haya sido. Nunca había pintado temas florales, pero no sé por qué en Miami empecé a pintar flores. Son para siempre, bonitas y dan buen rollo. Y como cada día veo menos, me quito las gafas y entonces aparecen estas flores un poco impresionistas, clásicas. A veces también expongo textos, siempre potenciando la positividad y la luz que ahora tanto necesitamos. Todavía estamos en una zona de sombras, porque la oscuridad ha sido muy bestia y nos ha tocado a todos.

¿Cómo concibió estos cuadros que podrán verse en Palma?

— Los pinté hace un mes en Madrid, al llegar de Estados Unidos. Fue como una iluminación y propuse a Nuru hacer una nueva exposición. Y luego pensé: ‘¿qué pinto para Mallorca?’. Porque pinto pensando mucho en el público y el de Mallorca no es el mismo de Francia. Es verdad que todo lo que es naturaleza siempre funciona; son cuadros que a la gente le gusta tener en casa.

Es conocido sobre todo por su faceta como actor, pero lleva más de dos décadas pintando.

— Es algo que no entiendo ni yo. En los rodajes hay muchos momentos en los que no haces nada. Recuerdo a Johnny Depp en un hotel en Praga. Tenía como veinte guitarras y treinta lienzos. La pintura le ayudaba a canalizar, a matar tiempos muertos. Viggo Mortensen es muy amante de la fotografía, Benicio del Toro también es muy buen pintor... Son muchos los que hacen otras cosas artísticas.

Dicen que Johnny Depp le compró diez cuadros.

— Y me hizo uno que tengo en Madrid que pone ‘hermano’. Que, por cierto, debería cuidar y proteger mejor porque es de los 2000. Pero todavía no tengo ningún cuadro de Domingo Zapata.

¿Cómo surgió la idea del filme?

— Con Domingo siempre quise hacer algo audiovisual que explicara nuestra amistad. Es un retrato íntimo en Mallorca de cómo somos nosotros dos y cómo nos hemos reinventado. Lo queremos transportar sobre todo a la juventud, a aquellos jóvenes que tienen mucha energía pero no saben qué hacer con ella y están aterrorizados porque no saben qué hacer con su vida.

¿Le hace especial ilusión que famosos como Depp tengan sus cuadros o no le da importancia?

— A veces me pasa que si no me gusta la persona prefiero que no tenga un cuadro mío. No quiero que mis cuadros estén en sitios donde hay energías raras. Hoy me escribía una amiga diciéndome que le gustaba mucho un cuadro mío, pero que sabía que nunca lo podría tener y le dije: ‘pues róbalo, está en Madrid’.

¿Hollywood le ha cambiado?

— Si dejara de tocar el suelo entraría en pánico. Vaya a donde vaya siempre soy yo, esté con quien esté, sea el Papa, Depp o Travolta. Al final pienso que cada uno va al lavabo una vez al día. Puedes ser quien seas, pero si tienes un apretón, tienes que ir a cagar. Siempre digo eso y lo de ponerse los calcetines. Cuando lo haces, eres uno más.

Y además también escribe. Cultiva diferentes artes.

— Siempre he sido así. Ahora voy a publicar un libro de pintura que explica mi aislamiento en la pandemia en Miami. Será un libro gordo, solamente para coleccionistas.

¿Tiene en marcha otros proyectos, en el cine o la televisión?

— Estoy en tres cositas de cine, una en Marruecos y las otras en Estados Unidos, pero con todo esto que ha pasado se ha desquebrajado bastante. Es muy complicado hacer películas con gente de países diferentes, con tantos controles y pruebas, que las entiendo, pero tenemos que avanzar todos de una vez.

¿Cómo vive esta situación de incertidumbre?

— Si te dicen de la noche a la mañana lo que nos dijeron, que no te puedes acercar a nadie... Eso es un pelotazo para la psique de la gente, además de la economía y de otras mil cosas. Yo estaba en Estados Unidos y he visto cosas alucinantes, como gente en ascensores mirando a la pared, con guantes, con mascarilla... Nos han metido mucho miedo y ahora a la gente le está costando mucho volver a socializar. Paradójicamente esto ocurre en el boom digital. Creo que la vacuna debería ser la libertad. Si estás vacunado, deberías poder ir sin mascarilla. Yo lo estoy.

Hablando de redes, estuvo 400 días sin publicar nada.

— No era momento de decir nada, no tenía nada que decir. La reflexión es muy importante. Seguro que había gente que me daba por muerto. Haberme muerto digitalmente sí que me gusta.