Una de las fotografías tomadas por Jean Marie del Moral que pueden encontrarse en este volumen.

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Es imposible pasar por delante de una higuera y no pensar en el artista Andreu Maimó (Cas Concos, 1946). Así lo aseguran el escritor y colaborador de Ultima Hora Pere Antoni Pons (Campanet, 1980) y el fotógrafo Jean Marie del Moral (Montoire, Francia, 1952), que acaban de publicar con Ensiola el volumen Andreu Maimó, un home que pinta, que también está disponible en castellano –traducido también por Pons y en inglés, por Anna Crowe–. De hecho, el propio Maimó admite que le complace que se le asocie a estos árboles tan propios de la Isla, pues eso quiere decir que son muchos los que se acuerdan de él.

Este reconocimiento, sin embargo, le ha llegado tarde, advierte sin resentimiento. El punto de inflexión de su carrera llegó hace veinte años, a raíz de la exposición Paisatge amb figueres que realizó en el Museu de Mallorca en 2001, un proyecto que le propuso el entonces director de Ca la Gran Cristiana, Guillem Rosselló. «Fue a partir de ese momento cuando la gente empezó a fijarse en mi obra. También me ayudó mucho Guillem Frontera, quien escribió cosas muy bonitas y acertadas sobre mi trabajo. Más tarde, en 2017, también comisarió la exposición que hice en La Misericòrdia», recuerda.

Sobre Maimó, tanto Pons como Del Moral coinciden en destacar su energía. «De Andreu Maimó sobresalen dos características: su brutal vocación artística y su extraordinaria fuerza, que le ha permitido sobreponerse a las frustraciones imaginables», señala Pons. Y es que, como también afirma Maimó, a él los fracasos le han ido bien. «El fracaso puede hundirte, pero si tienes espíritu de lucha, te estimula. El proceso, para mí, no ha sido nada fácil, pero precisamente por eso ahora lo disfruto más», confiesa el artista, a quien Pons define como «un pagès del color y de las formas». «Es un hombre auténtico y sencillo, pero no en el sentido de simple, pues es un pintor muy complejo. Es un hombre que trabaja la pintura y el arte con la misma naturalidad y pasión que un pagès cultiva la tierra», insiste Pons.

«Maimó es un pintor que trabaja igual al aire libre con caballete que en el estudio o en su jardín de Can Vent. También se dedica a la cerámica y al grabado. No para de trabajar y disfruta haciéndolo. Es hiperactivo, y para un fotógrafo todos estos elementos son muy estimulantes. Andreu busca y duda», ratifica Del Moral.

Hablar del trabajo de Maimó es evocar la naturaleza y los paisajes. «Adora a Cézanne y a Zurbarán. Es un hombre que ha pasado horas y horas pintando higueras. Las ha pintado sin cesar sobre tela, dibujando sobre papel y cuadernos. Existe entre Andreu y esos árboles un mimetismo compartido, una magia, un diálogo secreto. He retratado muchos árboles y he comprobado ese diálogo secreto. Si dedicas al árbol el tiempo necesario, ese árbol te dará algo, te regalará su retrato, su mejor perfil», detalla el fotógrafo, que justo cuando estalló la pandemia el año pasado inauguró en Aba Art Lab la muestra Vegetal Graffitis.

Y de forma natural también ha tomado las fotografías a Maimó y a su mundo creativo, con sesiones en Can Vent, en el campo o en el faro de Ses Salines. «La imagen de la cubierta fue un regalo de los perros de Andreu, que siempre están a su lado. Estaba pintando y en un momento dado se acercaron a él. Sin dejar de pintar, Andreu los acarició con su mano izquierda. Disparé. Es un momento mágico, como si pintaran los tres», cuenta Del Moral, que presentará el volumen acompañado por Pons mañana en la librería Finestres de Barcelona.

No es la primera ni la última vez que Pons, Del Moral y Maimó unen sus artes. Ya lo hicieron con Fruites mortes (Ensiola, 2018). Ahora, el fotógrafo y el pintor trabajan en un volumen que se centrará en el jardín de Maimó, que es «un corral donde pasan cosas si sabes mirarlas bien».