Joan Punyet Miró, nieto del genio catalán, posó entre las mecenas Mayte Spínola y la crítica de Arte Julia Sáez-Angulo (a la derecha) en la presentación de la muestra ‘Miró Poeta’. | JESÚS G. MARÍN

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Si París bien vale una misa, Madrid bien vale la exposición Miró Poeta, que hasta el próximo 29 de agosto se pueden ver en la Fundación Mapfre, en el paseo de Recoletos, pleno centro de la capital, una exposición comisariada por Carlos Martín y en la que ha colaborado la Fundación Miró de Barcelona.

En la muestra se exhiben las obras, dibujos, poemas manuscritos, portadas de libros, tal vez del Miró más auténtico, el que desde su tan sui géneris lenguaje pictórico quiso transitar y transitó hacia la poesía, pero no de una forma alegórica, como enseñaban Horacio y los antiguos, sino dando, Miró, rienda suelta a su sistema de signos tan personal. A través de ellos buscó la pureza poética, un viaje muy parecido al que en otro ámbito cultural distinto haría el más importante poeta en español del siglo XX, Juan Ramón Jiménez.

La exposición comienza con una vitrina en la que se aprecian algunos de los libros de poesía que tenía Miró en su biblioteca. Por ejemplo, Azul, de Rubén Darío, un poeta tan relacionado con la localidad de Valldemossa y de tanta carga pictórica como Miró la tuvo poética. Joan Punyet Miró matiza a Ultima Hora que «son 65 cuadros, algunos de ellos poco expuestos».

Tokio

El genio catalán escogió la Isla para cumplir su sueño y levantar la actual Fundació Miró Mallorca. Su nieto Joan recuerda que pronto Miró volverá a Tokio, donde ya se está preparando una exposición muy selecta y relevante. Carlos Martín, el comisario de esta colección, comentó a los asistentes que acudieron a la presentación infinidad de detalles de cada obra, así como la incursión de Miró en su propio mundo, porque el artista era un buceador inagotable en su propio pecio, de su propio metalenguaje. Las escritora y crítica de arte Julia Sáez-Angulo, y la mecenas Mayte Spínola, ambas muy ligadas a Mallorca y a sus creadores, también estaban presentes.

Miró, amigo de tantos poetas de primera línea, dijo en más de una ocasión que «no hacía distinción alguna entre pintura y poesía». Bien es verdad que no toda su obra se puede considerar poética, pero sí hay una tendencia o nexo con la lírica en casi toda su producción, y que se desborda en esta exposición de Mapfre, con dibujos como Finish, pura alquimia luliana transmutada.

‘Mironianas’

En la muestra se pueden ver piezas ‘mironianas’ desde 1920 hasta su muerte en 1983, por lo que se sale de la misma con un recorrido bastante completo de las inquietudes de este pintor que tanto lustre dio a Mallorca. El Miró más puro, autodesbordante, metafórico, tal vez el más surrealista y capaz de destilar su sistema de signos, es el que se va a degustar en la Fundación Mapfre.