El violinista Francisco Fullana, con su ‘compañero’, un Guarnerius del Gesú de 1735. | Jozef Szafranski

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La carrera del violinista Francisco Fullana tiene mucho de explorador. Quizá no del estilo al que estamos acostumbrados, con prismáticos o látigo a lo Indiana Jones, sino de otro tipo. En sus incursiones se adentra en el terreno de la música, y no una música cualquiera, no, sino la de los grandes maestros, como Bach. La sombra del compositor alemán es la pista que lidera el rastreo de Fullana en Bach’s long shadow, su nuevo CD con Orchid Classics disponible a partir de hoy en formato físico y digital y donde une composiciones del alemán con piezas influidas por él. En el disco, Fullana trata la difícil tarea de buscar «la esencia» de lo que el propio violinista describe como «la más clara representación de belleza natural creada por el hombre occidental».

¿Cuál es la «sombra» de Bach?

—En este caso la palabra sombra tiene un sentido positivo. Es la influencia de Bach en la música que se ha ido creando desde entonces hasta nuestros días y este CD pretende ser un acercamiento a estos 300 años de compositores legendarios hasta los actuales.

¿Dónde puede apreciarse esa «sombra» de Bach en los compositores que le han sucedido?

—Sin el tratamiento innovador de Bach para la interpretación del violín como instrumento polifónico, no habríamos escuchado las adaptaciones de obras como Asturias o Recuerdos de la Alhambra, que son obras muy queridas por mí y me evocan recuerdos de mi infancia.

¿Qué influencia ha tenido Bach en su propia trayectoria musical?

—Mi acercamiento empezó cuando a los 9 años interpreté la Partita Núm. 3 con mi profesor Manuel Guillén y desde entonces he tenido la necesidad de sumergirme una y otra vez en su música. Estoy convencido de que su música se incorporó en forma de gotas de pintura musical al lienzo blanco de mi vida, y desde entonces, cuando la toco, se representa en mi mente un niño de 9 años que toca con ilusión y pureza. Este CD es un momento congelado en el tiempo, una instantánea, de mi búsqueda de esa esencia que Bach capturó tan elocuentemente en sus Sonatas y Partitas.

¿Qué le diría a ese niño de 9 años?

—Estoy muy feliz con mi trayectoria como persona y violinista. Me inicié en este mundo como si de un juego se tratara, se convirtió en mi afición, luego en mi pasión, y, finalmente, en mi profesión.

En el libreto dice que la de «Bach es la más clara representación de belleza natural creada por el hombre occidental», ¿qué quiere decir?

—En sus obras, cada nota funciona como una gota de pintura en el continuo espacio-tiempo. Es una intersección a través de los siglos entre la pluma de Bach, las manos del intérprete y los oídos del oyente. Construye una catedral sónica que capta la belleza del mundo natural, hasta con elementos naturales como la proporción áurea que hay en la disposición de las semillas dentro de una flor o en nuestro propio ADN. La música de Bach nos llena de asombro puro, sin adornos, en una sensación que está más allá de nuestro alcance y al borde de la epifanía mística.

Ha mencionado a su profesor y en el libreto también habla de sus maestros. ¿Cómo de importante es la enseñanza? O, dicho de otro modo, ¿puede el talento suplir la falta de enseñanza?

—Todos somos el fruto de nuestras aptitudes, pero también de nuestras oportunidades. Me siento afortunado de haber podido siempre contar con grandes maestros que han creído en mí y me han ayudado a desarrollar mi máximo potencial como Bernat Pomar, Teresa Ripoll, Manuel Guillén, Masao Kawasaki, Donald Weilerstein o la violinista Midori.

¿Cree que Bach es especialmente adecuado para la pandemia?

—La COVID-19 nos llevó a una situación de derrumbe repentino. Los conciertos se cancelaron o pospuestos uno tras otro y se produjo desazón, inquietud e impotencia. Pero si uno cae debe intentar levantarse y llegué a la conclusión de que debía alzar la mirada y ver más allá para poner lo que mejor sé hacer al servicio de otros. Puse en marcha proyectos en los que la música de Bach tenía un protagonismo especial y fue el compositor que me mantuvo inspirado durante este tiempo tan difícil. Estoy convencido de que su música nos alejaba de la COVID al fortalecer nuestros espíritus y el sistema inmunológico.

Para acabar, en el libreto escribe sobre varias inquietudes filosóficas, de modo que aquí va una. En un mundo tan azaroso donde solo nos tenemos a nosotros mismos, ¿la música de Bach da algo de sentido a la vida?

—Su música fue compuesta por un genio cuya capacidad creativa tiene la capacidad de trascender al compositor. Su obra nace en el corazón del barroco europeo con una belleza y fuerza tan importante que llega a nuestros días. Esto es así porque su lenguaje, grandeza y complejidad nos animan a interpretar y disfrutar de nuestra propia existencia en un universo inmenso en el que la música es un valiosísimo lenguaje que nos permite profundizar en los grandes interrogantes de la existencia.