Vicky Luengo, en una imagen tomada en Mallorca. | Cintia Sarriá

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Una serie de éxito y un personaje icónico han dado el espaldarazo definitivo a la actriz Vicky Luengo (Palma, 1990). Debutó en el teatro con catorce años, hizo sus primeros pinitos en la tele autonómica catalana y luego en culebrones tan emblemáticos como El cor de la ciutat o La Riera. A nivel nacional la hemos visto en La pecera de Eva (2010), Homicidios (2011) o Secretos de estado (2019). Pero su popularidad se ha consolidado con su papel de la agente de Asuntos Internos Laia Urquijo en la serie de Movistar Antidisturbios, que le ha valido una nominación a los Premios Forqué y a los Feroz. Sus proyectos para 2021 hacen presagiar que su éxito no es flor de un día.

Nació en Mallorca, se ha criado en Barcelona y ahora vive en Madrid. ¿Cuál es su relación con la Isla hoy en día?
— Mi padre y toda su familia siguen residiendo aquí. Vengo a menudo, siempre que puedo, en realidad, aunque la pandemia lo ha cortado en seco. Esperemos que pase pronto.

Le gusta recalcar que siempre ha querido ser actriz. ¿Cómo comenzó el gusanillo por la interpretación?
— Le pedí a mi madre con diez años que me apuntara a una escuela de teatro musical y todos los sábados iba cuatro horas por la mañana. Además, durante la semana, también iba a clases extraescolares de teatro en el colegio y participaba en algunas obras junto a mis compañeros.

¿Su familia siempre le ha apoyado en este camino?
— Siempre han confiado en mí y me han dado la libertad de elegir. Incluso entendieron que decidiera aparcar mis estudios de Publicidad y Relaciones Públicas. Sin esa confianza, quizá no hubiera seguido adelante.

¿Cuándo se dio cuenta de que había pasado de estudiante de teatro a actriz?
— No fue por cobrar mi primer sueldo como actriz. Lo tengo grabado a fuego. Fue en 2013, representando Una historia catalana, en el Teatre Nacional de Catalunya. Se acabó la función y vi a mi madre de pie aplaudiendo como una posesa desde la platea del teatro. Ese día me dije «Lo he conseguido, soy actriz».

Madres, Antidisturbios, la película Hogar en Netflix… ¿Qué se siente al ser la actriz del momento, y en la serie que para muchos ha sido la mejor de 2020?
— No me gusta nada que me digáis que soy ‘la actriz del momento’ porque significa que lo voy a dejar de ser. He tenido la suerte de trabajar en un proyecto que ha visto mucha gente, con grandes guionistas, un director brutal y unos compañeros maravillosos. Espero que esta experiencia se repita y que la racha continúe. Pero tengo los pies en la tierra. Sé que la interpretación es una carrera de fondo, muy inestable, un día estás arriba y al otro no se acuerdan de ti.

¿Qué le atrae de un personaje cuando lee un guión?
— Los matices y la profundidad del personaje; que no sea unidireccional y que sus acciones no dependan del personaje masculino. Si el guión que estoy leyendo me hace modificar alguna de mis ideas o creencias, he caído en sus garras.

¿Cuando leyó el guión supo que el personaje de Laia Urquijo iba a dar un vuelco a su carrera?
— Pues no. He aprendido durante estos años a no emocionarme mucho. He trabajado en proyectos que, sobre el papel, lo tenían todo para arrasar, y no lo hicieron. Nunca sabes lo que va a suceder y el recibimiento que tendrán. Pero es cierto que los guiones de Antidisturbios eran magníficos, el casting increíble, tener a Sorogoyen detrás de las cámaras ha sido brutal. Algo tenía que pasar.

¿Cómo se prepara un papel como el de esta agente de asuntos internos tan peculiar? La primera escena, la de la partida de Trivial con su familia, ya es toda una declaración de intenciones del guión.
— Mano a mano con el director, hablando con los guionistas, documentándome, leyendo todo lo que encontré y charlando con un guardia civil al que le pude hacer las preguntas que necesitaba, así me quité muchos clichés que me rondaban la cabeza.

La gente se lo tiene que preguntar sin parar, ¿habrá segunda temporada de Antidisturbios?
— Eso quiero saber yo. Me encantaría volver a trabajar con el equipo. Pero eso depende de Rodrigo Sorogoyen, Isabel Peña y Eduardo Villanueva, los guionistas de la serie. Si encuentran una historia que les motive a retomarla, lo harán. Y si me llaman para dar vida de nuevo a la agente Urquijo, ahí estaré.

Galas de premios, entrevistas, sesiones de fotos… ¿se siente a gusto con tanta atención?
— Me lo tomo como una parte de mi trabajo, ni más ni menos. Intento aprovecharlo y aprender. Pero como a todos, supongo que usted también en su trabajo tiene días mejores y días peores.

¿Cuáles son sus proyectos para este 2021?
— Tengo dos proyectos cinematográficos pendientes de estreno: Chavalas, una comedia que coprotagonizo con Elisabet Casanovas, Carolina Yuste y Ángeles Cervantes; y el ‘thriller’ El sustituto, que dirige Oscar Aibar. Y en febrero estreno la obra teatral Principiantes, a las órdenes de Andrés Lima. También hay un proyecto súper interesante, pero si te lo desvelo me matan (risas). Te lo digo cuando se haga oficial.

¿Algún trabajo la traerá a la Isla?
— Me encantaría rodar aquí, pero no hay planes por el momento. Covid mediante, creo que vendremos de gira este año con la obra Principiantes. Siempre es un placer actuar en casa. He venido varias veces al teatro de Manacor y siempre viene mi familia al completo a verme. Mi padre, por ejemplo, guarda las entradas de todas mis obras en la cartera.

¿Ha llegado a un estatus en el que ya puede decidir qué proyectos le interesan?
— No sé si hay gente en la industria española que pueda decidir o no. En mi caso no he llegado a ese punto. Por lo que he dicho antes, actuar es una profesión muy inestable.

¿Cine, teatro o televisión? ¿En cuál se siente más cómoda?
— He tenido la suerte de trabajar en los tres y me he sentido a gusto en todos. Todo depende de la historia, el proyecto, los compañeros, el reto... No podría elegir, no quiero elegir.

Anna Castillo, Laia Costa, Aura Garrido, Susana Abaitua... En cine y televisión coinciden a la vez un grupo espectacular de jóvenes talentos con edades similares. ¿Cómo se hace hueco una actriz joven con tanta y tan buena competencia a su alrededor?
— Siempre repito lo mismo: los éxitos de mis compañeros de profesión no son fracasos míos. Llevo quince años trabajando, media vida ya. Hago mi camino, soy como una hormiguita, y aprendo, y aprendo... y busco mi sitio.

Si uno echa un vistazo a sus redes sociales, se ve que las usa con moderación.
— Como ha dicho usted, me gustan con moderación. Hay que saber utilizarlas. Creo que pueden ayudar a impulsar una carrera, sí, pero si no hay un trabajo previo... ¿para qué sirve?