Agustín Fernández Mallo, posando para esta entrevista. Foto: PERE BOTA | Pere Bota

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La famosa artista catalana Rosalía y la polémica sobre el apropiacionismo cultural que surgió a raíz de su exitoso álbum El mal querer es la cuestión que tratan varios autores y expertos en el libro La Rosalía. Ensayos sobre el buen querer, que publicará Errata Naturae el próximo mes de marzo. En este proyecto sobre este fenómeno cultural del siglo XXI que es Rosalía, y que coordina el escritor y crítico literario Jorge Carrión, participa Agustín Fernández Mallo, entre otros importantes nombres como Mery Cuesta, Berta Jiménez o Pedro G. Romero.

Cuando Rosalía lanzó Malamente se la criticó por apropiarse de la cultura gitana y del flamenco.
— Fue acusada por determinados sectores minoritarios, aunque hicieron mucho ruido. Eran puristas de la cultura gitana que decían que Rosalía se había apropiado de elementos de esta cultura para sus composiciones, que son en parte de flamenco, de trap poligonero o incluso se inspira en textos de García Lorca o anteriores, de corte amoroso de los siglos XIII y XIV. Es un compendio muy interesante desde el punto de vista teórico y creativo y nunca he entendido esa acusación.

¿Por qué no lo entendía?
— Porque es lo que lleva haciendo el flamenco y la cultura gitana desde siempre, desde Ketama, Pata Negra, Enrique Morente, Kiko Navarro o cuando Raimundo Amador sale en un festival de Benicàssim tocando con Björk. Por otra parte, lo que no podemos pensar es que por el hecho de que pertenezcamos a una cultura esa cultura nos pertenezca. Es como si yo, que soy físico y pertenezco a la cultura de la física, signifique que esa cultura me pertenezca a mí y la gente no pueda usarla. No tengo un copyright, no es intocable y no quiere decir que yo tenga que dar permiso a la gente para usarla. Es una polémica inculta en el sentido estricto de la palabra porque es no entender el mecanismo de creación y de transmisión de la cultura.

No existe nada puro y nuevo por completo.
— En realidad todos estamos copiando de quienes nos precedieron y luego lo que hacemos es ir introduciendo errores en esa copia y, si estamos inspirados, ese error será positivo, una mutación que perdurará y que hará que en el conjunto aparezca algo nuevo. Por otra parte, que Rosalía se haya apropiado de culturas ancestrales para combinarlas con contemporáneas lo que hace es revalorizar a las antiguas porque está diciendo que todaviá hoy tienen una relectura y por tanto están vivas.

¿Es fan de Rosalía?
— No. Su música me interesa en un plano teórico y en este sentido me parece una genialidad. Es una cantante inmensa y ya había demostrado mucho antes sus dotes para el cante clásico y ahora lo que ha venido a demostrar es que en las formas de componer y de crear un nuevo estilo de música es genial porque para eso hay que haber leído, escuchado y profundizado. Dicho esto, es un tipo de música que no me gusta especialmente. No tengo ningún disco de Rosalía pero mis gustos no tienen nada que ver con que su trabajo sea de una calidad indiscutible.

¿Y si en vez de una mujer hubiera sido un hombre?
— En el texto lanzo esa pregunta para que cada uno la piense. No hay que olvidar que el mundo de la música sigue siendo tremendamente machista y lo es todavía más si hablamos de las musicas étnicas, porque siempre apelan a unos orígenes que por desgracia son heteropatriarcales. Creo que su hubiera sido un hombre no se le hubiera criticado de la misma manera. Algunos ejemplos de ello son los artistas antes mencionados, El Niño de Elche o la colaboración de Enrique Morente y Lagartija Nick.

Hablando de música, durante el confinamiento lanzó junto a la comisaria e historiadora del arte Pilar Rubí el proyecto musical Revinientes. ¿Sigue en marcha?
— Sí, de hecho estamos terminando siete temas nuevos que corresponden a la segunda fase de este proyecto sonoro de dos personas encerradas en un laboratorio que hacen experimentos y emiten al mundo en internet a través de las redes. Seguiremos con esta filosofía.

¿Qué otros proyectos tiene en marcha para este 2021?
— En marzo también saldrá con la editorial Wunderkammer un ensayo breve titulado La mirada imposible. Trata sobre qué es un escenario, que es una idea que me da vueltas desde siempre porque no entiendo el teatro.

¿En qué sentido no lo entiende?
— Cuando voy, siempre hay momentos en los que me salgo de la escena y digo ‘¿qué hacen, están locos?’ O me pregunto por qué no son unos locos y están representando algo. Me pregunté por qué si voy por la calle y veo a alguien en una esquina hablando solo o haciendo movimientos raros es un loco, pero si esa persona ha dibujado en el suelo con tiza un rectángulo y está haciéndolo allí dentro es que está actuando. Ese rectángulo es la idea de escenario. Eso me llevó a hablar sobre el camuflaje, qué es el otro, qué significa mirar y ser mirado, etcétera. Así entran temas como el panóptico, las cámaras...

Portada del libro de ensayo sobre Rosalía.