David Trueba posó en un hotel de Palma. | AGUSTINA SELENE

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El escritor y director David Trueba volvió a regalar a Palma una de sus visitas. Fugaz, discreta, pero tan intelectualmente activa como siempre. En esta ocasión, fue una Vetllada Camusiana celebrada en el CaixaForum y organizado por las Trobades Literàries Mediterrànies Albert Camus, en la que pudo conversar sobre la figura del Premio Nobel de Literatura y filósofo argelino. Sin embargo, aunque esta fue la excusa, Trueba ofreció, como hacen todos los artistas generosos, mucho más. Impresiones sobre nuestra sociedad, la importancia de la educación o la urgente necesidad de pensadores e intelectuales que «contribuyan al debate».

Llega a Palma en esta ocasión por una velada en torno a Albert Camus, ¿cuál es la vigencia actual de este autor?
— Es curioso porque es una personalidad que con el tiempo ha cobrado perpetuidad. Su discurso se ha reivindicado y es visto como alguien que estuvo en el lado correcto de la historia, en el sentido de denunciar las injusticias provocadas por su propia ideología y de ser autocrítico en un momento en el que el ser humano estaba cambiando. Habla de un tiempo que nos resulta cercano, y su pensamiento continúa vigente.

La muerte de Camus, al igual que la de John Lennon, supuso una gran conmoción. Hoy en día parece algo difícil de imaginar.
— Creo que la sociedad mediática en la que vivimos, los medios, que han cobrado muchísimo poder, han hecho perder valor al intelectual o al artista frente a valores mercantiles. Por poner un ejemplo, lo que ha despertado la muerte de Maradona, similar a lo que despertaron la de Lennon o Camus, no sería posible hoy en día con un artista. Parece que ha perdido peso la sociedad intelectual para generar consenso o una emoción compartida.

¿Una imagen vale más que mil palabras?
— Es normal. Los medios requieren de imágenes y cosas plásticas para representar lo que buscan. Hay valores como la fama o lo atlético que tienen mayor importancia que lo mental. Lo que tiene de explosividad una imagen genera más atención que una idea o un pensamiento y debemos reflexionar sobre esto para corregirlo.

¿Cuál debe ser la función de los intelectuales? ¿Liderar?
— A veces uno lidera sin quererlo, porque genera admiración, pero quizá la misión principal no sea esa, sino contribuir al debate y ayudar a que las cosas no sean tan previsibles y manipuladas. Lograr que la gente sea dueña de sus acciones y tenga una mirada más crítica.

¿Más camusiana?
— Exactamente. Ver las debilidades propias y las del lugar en el que estás y comprender que la denuncia de las imperfecciones de una sociedad no es ningún tipo de antipatriotismo, todo lo contrario, es el mejor tipo de patriotismo.

Esa autocrítica parece algo impensable a día de hoy.
— Ya nadie quiere hacer autocrítica en público. En redes solo veo autopropaganda. Gente festejando que les han dado un premio o que han desayunado muy bien. son cosas muy estériles para la vida pública. Es mucho más interesante la gente capaz de autoexigirse.

Acaba de publicar Ganarse la vida, libro autobiográfico donde cuenta sus inicios en la escritura. ¿Qué tal esa experiencia?
— Cuento sobre todo la concatenación de accidentes que me llevan a ello. Creo que la vida tiene unos planes que tú no conoces y te llevará a situaciones en las que no quieres estar, te arrastrará por el fango o te dará premios que no mereces, y todo esto se solventa con cierta actitud que tiene que estar muy bien fundamentada en ti.

También habla de «basura neuronal», ¿a qué se refiere?
— Hay cosas que entran en nosotros accidentalmente, como una melodía. No todo es aprendido por el esfuerzo de adquirirlo. Quieres recordar un verso de Machado y no puedes, pero no olvidas la sintonía de un spot que viste con 12 años. Lo que significa es que si a un niño lo expones a eso lo recordará, igual que si dejas a alguien a la intemperie solo encontrará intemperie. Por ello debemos proteger y educar, formar y meter elementos bellos en la vida de una persona para que pueda ser una persona bella.

¿Y eso se hace a través de la educación, por ejemplo?
— Es importante, pero toda socialización ayuda. Camus ha sido muy citado por lo mucho que le aportó su experiencia en un equipo de fútbol. No nos damos cuenta de la importancia de la pandemia al privar de un año de escolarización normal a los niños, pero también de sus deportes, de su calle, de sus amigos. Todo esto genera una sociedad más individualista y solitaria.