El escritor y autor de ‘Màrius’, Antoni Serra, en una imagen reciente en Palma. | Adrián Malagamba

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Ataviado con sombrero y chaqueta a juego, el escritor Antoni Serra se refugia así del día nublado que daba un aprobado al pronóstico del tiempo que amenazaba lluvia. La mañana era gris como grises fueron los tiempos del franquismo en los que la dictadura secuestró la novela de Serra, Màrius, en 1967 por «atentar contra la moral católica, los principios de la Iglesia y atacar el orden público y la seguridad general del Estado».

Mañana, el autor presenta la novela traducida al catalán por primera vez gracias a la Nova Editorial Moll en la Biblioteca Ramon Llull de Palma a las 19.00 horas, donde Serra se quitará el sombrero literal y metafóricamente ante «una edición excepcional».

Bajo el ala verde reposa una cabeza llena de memorias y recuerdos que agradece profundamente una reedición que «me sorprendió porque es espléndida con una portada extraordinaria». Serra, de hecho, destaca el nivel de la traducción, que corre a cargo de Josep Ramon Santiago, que es «simplemente maravillosa», y confiesa que «no creía que pudiera respetarse tan bien el espíritu de lo que escribí».

Y al echar la vista atrás y recordar aquellos tiempos convulsos, Serra no oculta que «fue un libro muy importante para mí por lo que me hizo vivir y sobrevivir en una época difícil», aunque no todo lo pasado es negativo. De hecho, su visión actual es «pesimista» y defiende que «vivimos los efectos de una dictadura, pero sin la dictadura».

Para Serra, «hemos transformado la sociedad en una indiferente, a la que solo le preocupa el quehacer diario y sobrevivir. No tiene una proyección literaria y ahora todo pasa desapercibido». Y remata: «Era más fácil luchar contra Franco porque lo hacíamos mejor».

¿Quién puede cambiar esto? Alguien capaz de «meterse en la sociedad y alinearla, hacer ver que hay que destrozarla porque no vale nada. Quizá así podrían reflexionar y darse cuenta». Una visión de alguien descrito a medio camino entre un sabio, un loco y un demonio, o lo que es lo mismo: un filósofo.

Sin embargo, a pesar del toque socrático, o incluso nietzscheano, detrás del huraño profesor de filosofía que protagoniza la novela se esconde una persona real, Miquel Àngel Colomar, periodista represaliado por el franquismo. «Era un hombre estrambótico que conocí cuando llegué a trabajar a la Ultima Hora. No podía firmar sus artículos, así que usaba 5 o 6 seudónimos, y no le interesaba la sociedad en la que vivía lo más mínimo, pero la sociedad tampoco estaba preparada para un personaje como él, al igual que no lo está para uno como Marius», relata el escritor.

Pesimismo

Las cosas han cambiado y no necesariamente a mejor: «Los políticos de ahora solo se interesan por su bolsillo. Hay excepciones, pero en general es así y da igual si son socialistas, peperos o de VOX, que son lo más lamentable que he visto nunca». Y no solo eso, la sociedad «es plana y sin profundidad de pensamiento. Ya no hace falta siquiera la censura», dice.

Frente a la desazón, Serra se muestra pesimista y desencantado y confiesa «no creer en absolutamente nada». Incluso avanza que «cuando muera prefiero ir al infierno» porque «en el cielo estarán los santos y los curas penitentes, eso es un aburrimiento, pero abajo estaremos a cuerpo de rey con Marilyn Monroe o Ava Gardner».

En una gota de esa incesante lluvia matutina se coló, sin embargo, algo de satisfacción y alegría con la reedición al catalán de Màrius, «ante lo que no podía permanecer impasible» y que «me ha emocionado muchísimo». Más de medio siglo después, el profesor Màrius Andrade i Baeza escandaliza y maravilla libremente y lo hace en catalán. Nunca es tarde si la dicha es buena.