El violinista Ara Malikian, este sábado en concierto en Port Adriano. | M. À. Cañellas

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No hace falta haber pisado un conservatorio, ni haberse empollado la obra de Paganini, ni ser un asiduo de la ópera para poder disfrutar y emocionarse con este singular intérprete. Su repertorio, su puesta en escena, su vis cómica y su viveza interpretativa están diseñadas simple y llanamente para estrechar las distancias entre las élites musicales y el paladar popular. En Ara Malikian no hay afán exhibicionista, sino lúdico, lo suyo es un torrente vertiginoso de melodías que evapora la distancia entre unos y otros sin que, oh milagro, nadie frunza el ceño. El violinista armenio-libanés descorchó anoche la octava edición del Port Adriano Music Festival con su nuevo espectáculo: Royal Garage World Tour.

Malikian constituye una deliciosa anomalía en el horizonte musical, tanto le da ponerse solemne y marcarse una particularísima versión del Requiem de Mozart, como arrancarse con un clásico de Bowie. Y como a eclecticismo no le gana nadie, a renglón seguido ejecuta un tema propio inspirado en sus raíces libanesas, para luego saltar hasta los 70 y cambiarle el cuerpo a un clásico de Led Zeppelin. ¡Si Beethoven levantara la cabeza! «Seguramente me enviaría a tomar por culo», deja ir entre risas Ara Malikian a este diario a pocos días antes del concierto de este sábado.

Raro

«A ver, Beethoven era un bicho muy raro y tenía muy mala leche, pero era un genio y he aprendido mucho de él», matiza este violinista que ayer recaló en el recinto portuario de Calvià con su último trabajo en formato clásico, un dueto de piano y violín. El músico deseaba «llegar a Mallorca, es diferente, es un lugar inspirador. Siempre que actúo allí trato de quedarme unos días después del concierto».

Le preguntamos a este alquimista valiente cómo se ve la ‘nueva normalidad’ desde el escenario, con tan poca gente apostada frente al artista por ‘exigencias del guión’. «Es duro de ver, pero los organizadores lo montan tan bien que no parece que esté semivacío».

Malikian, que describe su último trabajo como «una mezcla de música clásica, oriental, hip hop, tango y músicas del mundo», no solo ha firmado un disco que destaca en lo musical, también lo hace en su diseño artístico, gracias a la participación del mítico fotógrafo Anton Corbijn, colaborador de U2 y Depeche Mode. «Es una leyenda en la fotografía, me gustan los artistas con sello propio y Anton tiene una personalidad muy definida», afirma Malikian.