Dolores Sampol, en una imagen de archivo en su estudio de Palma. | Teresa Ayuga

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La artista Dolores Sampol (Palma, 1954) falleció este domingo en su ciudad natal, dejando tras de sí una obra notable.

La crítica de arte de Ultima Hora Gudi Moragues sentenció: «Lo he declarado muchas veces, quizá en cada una de sus propuestas, puesto que su acción tiene el don de conmoverme: Dolores Sampol es, sin duda, una de nuestras creadoras más destacadas. Confiere a su obra un lenguaje purista, desarrollado mediante la tesitura que proporciona el equilibrio compositivo, la suavidad de formas y la elegancia de un saber hacer muy poco corriente».

Dolores estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi, en Barcelona. Sus primeros trabajos profesionales los dedicó a la restauración y conservación de pinturas, lo que le dio la oportunidad de conocer con profundidad las técnicas pictóricas.

En 1986 abandonó este oficio y se dedicó a la creación de obras en un mundo intimista, centrado en paisajes imaginarios. Su primera exposición individual fue en el Casal Balaguer (1989), que acompañó con versos de Blai Bonet, Àngel Terrón y J. E. Circlot. En 1990 expuso en Altair otra muestra de paisajes protagonizados por esculturas o arquitecturas clásicas. Esta fue una de sus galerías preferidas.

Aunque ya había expuesto en colectivas en la Península, en 1994 presentó su primer muestra individual en el centro de arte Afinsa. Su progresión fue en aumento. Para la experta en arte Cristina Ros, «Dolores Sampol posee una intensa trayectoria. Crea su obra sin boato, sino calladamente, y realizando exposiciones interesantes, como la de 2016 en la galería Sa Pleta Freda de Son Servera, lugar exquisito, para artistas de calidad. Su trabajo ha evolucionado con dos constantes: la poética de sus temas y su gran disciplina de trabajo».

Quien también fue una admirador de la obra de Dolores Sampol fue Aurelio Torrente, director de la Fundació Pilar y Joan Miró: «Sus obras traslucen la maestría de una artista que en su extenso trabajo de restauradora conoció la estructura profunda de los pintores del pasado. De ahí el movimiento rítmico, no superficial, en que se expresan pensamiento y sentimiento, como un arquitecto que con extrema habilidad llevase al límite de la resistencia unas estructuras tan fuertes como elásticas. La madera y los otros elementos del ‘collage’, no están en el vacío, constituyen una estructura casi cristalina de las masas coloristas y geométricas».