De izquierda a derecha: Pau Tobella, Rafel Nadal y Javier Arrévola, durante la inauguración de La Casa del Libro en Palma. | M. À. Cañellas

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En pocos días sale a la venta su nuevo libro, Un mar d'estiu, compuesto de cinco relatos basados en experiencias personales en islas del Mediterráneo, y en breve publica su primera incursión en la literatura infantil con El somni d'en Blai, libro solidario cuyos beneficios irán destinados a la lucha contra la fibrosis quística. Y a pesar de su actividad, o a causa de ella, Rafel Nadal (Girona, 1954), saca tiempo para apadrinar la primera Casa del Libro de Palma que este jueves celebró su inauguración con un escritor que se muestra «encantado de la vida».

Cuando le ofrecieron ser padrino del nuevo enclave literario de Palma explica que «no lo dudé ni un minuto porque me siento en deuda con ellos», haciendo referencia tanto a la Casa del Libro como a las librerías en general, a las cuales quiso dedicar su discurso posterior. «El primer sitio al que voy cuando llego a una ciudad es a las librerías y a las pastelerías», confesó Nadal quien se declara «muy fan, sobre todo, de las pequeñas» e hizo extensible esta gratitud a los mismos libreros, de quienes señaló que «si nos leen es porque ellos nos venden y nos recomiendan». Es tal su amor por estos espacios que señala que «cuando ves a tus autores de siempre en el escaparate sabes que es una plaza amiga».

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Asombro

Nadal, que es asiduo a las visitas literarias en la Isla en forma de clubs de lectura o presentaciones, también quiso manifestar su asombro cuando, el año pasado, «en un acto en una de las zonas más duras de turismo, me quedé muerto de ver la cantidad de gente que venía a oír hablar de literatura y con los autocares subiendo a Formentor llenos durante tres días», por las Converses Literàries de Formentor.

Sobre la aparición de grandes tiendas en Palma y cómo pueden afectar a las de toda la vida, es claro: «Espero que aguanten. Cuando hay una gran concentración puede crearse un ambiente festivo con actividades y espero que las grandes no abusen de sus vínculos con la industria y compitan deslealmente. La librería siempre es un refugio».