Julio Pérez del Campo (izquierda) y Carles Bover, con el ‘cabezón’, en los anteriores Goya.

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Esta noche es la gran noche del cine español con la celebración de la 34 edición de los premios Goya, que este año se entregarán en Málaga. Hace un año, el 2 de febrero de 2019, también fue la noche de Carles Bover y Julio Pérez, que se alzaron con el ‘cabezón’ por su cortometraje documental Gaza.

Ahora, los directores hacen un repaso de lo que ha supuesto este galardón para la difusión de la película y con ella la denuncia de la vulneración de los derechos humanos que sufre la población de Palestina en la Franja de Gaza. «En muchas ocasiones, cuando se habla del ‘efecto Goya’ se enfocan las preguntas entorno a qué va a suponer este premio para los directores o cómo repercutirá en sus nuevos proyectos; pero rara vez se centra en lo que esto significa para la propia obra premiada y lo que puede aportar a toda su difusión», adviertieron ayer los cineastas en una nota.

«Es una producción que funcionó muy bien en el circuito de festivales, pero que por los propios medios de la productora y los directores, así como por las limitaciones de exhibición el formato cortometraje, resultaba prácticamente imposible hacer llegar esta historia a un gran público. Gracias al Goya se ha podido hacer llegar la cruda realidad que se vive en la Franja de Gaza y denunciar la impunidad de Israel a cientos de miles de personas de todo el mundo».

Durante 2019 se han realizado más de 130 proyecciones con coloquio a nivel internacional e internacional y se superaron los 200.000 visionados.