Un grupo de visitantes acudieron este jueves al Taller de Restauración del Bisbat de Mallorca, con Kika Coll y Antònia Reig, a la derecha. | Jaume Morey

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La sala de restauración que ocupa el tercer piso del Bisbat de Mallorca es en realidad una UCI de obras artísticas. Lo que fuera antes el dormitorio de los seminaristas, desde hace veinte años está ocupado por el Taller de Restauración del Bisbat de Mallorca. Radiografías, endoscopias, reconstrucciones y moldes a partir de las manos de una niña son tareas habituales de las ocho restauradoras que rescatan retablos, esculturas, cuadros y cristos que acusan el paso del tiempo y que permanecen escondidos en las diferentes parroquias y conventos de la Isla.

Antònia Reig, directora del taller, abrió este jueves sus puertas al público con motivo de las Jornadas Europeas de Patrimonio. Al mismo tiempo que se abrían las puertas de par en par, se llevaba este jueves a cabo una visita guiada al ramal de la Síquia d’en Baster que abastece de agua el monasterio de La Real y a las obras de restauración de los molinos hidráulicos de Galatzó, en Calvià.

Tal y como señaló Kika Coll, directora general de Patrimoni del Consell de Mallorca, «desde 1999, en todo el territorio europeo se celebran actos de difusión y divulgación de nuestras brigadas. Tenemos con convenio con el Bisbat de Mallorca, con el que consensuamos qué piezas hay que restaurar. Luego se realiza un estudio, se lleva a cabo la conversación, la restauración y luego la difusión de este trabajo».

En el taller reposan dos ángeles góticos que se hallaban en las cuevas de Betlem. «Tenían hasta cinco capas de intervenciones posteriores», cuenta Reig. Al llegar al taller, uno de ellos estaba además decapitado y le faltaban trozos. Ahora, reconstruidos, lucen la policromía típica (y sonrosada) del barroco. Su estado de salud es ahora excelente.

Durante la visita, Reig analiza el estado de las esculturas de los profetas y la Sibil·la, que se hallaban en la iglesia parroquial de Sant Nicolau. Su mal estado les obligó a realizar radiografías y endoscopias para conocer el interior. «Para las radiografías vamos a la Clínica Rotger. Sacamos a la escultura y la llevamos a la sala de espera hasta que nos dejan pasar», dice Reig. Y todo esto ante la mirada del resto de pacientes que esperan su turno.

Uno de los hallazgos más curiosos ha sido un retablo barroco de Sant Antoni de Pàdua que fue usado como material de construcción. Al analizar los pedazos, un trozo de la cama de un santo les remite al incompleto retablo de Santa Úrsula del Museu de Mallorca. El puzzle se va completando. Un sagrario ahumado tras el convento de Sant Bernardí de Petra, en 2005, recupera su aspecto original. La paciencia y la maña de las restauradoras parecen infinitas.