La exposición de Carlos Prieto en la capital italiana atrajo a muchos asistentes.

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El pintor mallorquín Carlos Prieto vive en Roma desde hace once meses, en la zona alta del Trastevere, alejada del bullicio. Allí tiene su estudio, en el que ha convivido durante meses con la soledad, sus telas y sus pinturas. Este fin de semana, el creador abrió las puertas de su estudio al público, mostrando sus trabajos realizados a lo largo de estos meses bajo el título de L’amore si vive.

En esta muestra, Prieto citó, entre sus cuadros de diversos tamaños, a más de setecientas personas, a quienes obsequió con productos mallorquines: ensaimadas de Ángel Cortés; sobrasada que le llegó de la mano del Consejo Regulador de la Sobrasada de Mallorca; vinos de Macià Batle; galletas Quelly, etc. A esas 700 personas hay que sumar los treinta mallorquines, encabezados por la mecenas Mayte Spínola, que acudieron a Roma acompañando al pintor José Luis Mesas en su visita al papa Francisco.

En estas obras creadas en Roma, Prieto se mantiene fiel a su línea. En sus retratos, entre ellos uno de su abuela, sigue teniendo a la mujer como musa inspiradora. Y en esta ocasión, hace también un guiño a los vinos napolitanos, a su amigo Pablo Ochando [productor musical], a Bukowsky, y al beso, elemento fundamental en el amor, esencia de estos trabajos romanos. Y aunque menos que en otras exposiciones, muestra algunos desnudos y semidesnudos, también femeninos.

En los dos días en los que la exposición estuvo abierta al público, asistieron mallorquines como Rafael Matas, consejero general de la orden de La Salle, que reside en Roma, y Natalia Xamena, del Hotel Bon Sol (Illetes), hasta hace poco residente en Roma, con su esposo Federico Giannini, guionista de cine.

También el diplomático y presidente de la Fundación Ducci, Paolo Ducci; el director de cine, Michele Diomá, quien recientemente ha terminado una película, Dance again with me Heywood, protagonizada por el director de cine James Ivori, en la que reflexiona sobre el cine, y Lorenzo de Medici, de los Medici (mecenas del arte y banqueros; una familia que tuvo tres papas), que viajó de Florencia ex profeso, ofreciéndole a Carlos Prieto una exposición de dicha ciudad, y la vasca residente en Roma María Dolores de Barrondo, que suele acudir a Mallorca en sus vacaciones, isla donde tiene muchos amigos. También asistieron otros pintores y gente relacionada con el arte.