La escritora francesa Annie Ernaux posó este viernes en Formentor para este periódico. | Carles Domènec

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La escritora Annie Ernaux (Lillebonne, 1940) fue este viernes galardonada con el Premio Formentor 2019, dotado con 50.000 euros, durante la primera jornada de les Converses Literàries de Formentor, que tienen lugar hasta el domingo bajo el lema Monstruos, bestias y alienígenas. La cita contará con la intervención de una cuarentena de escritores, editores y literatos. El premio ampliara la cantidad de lectores de Annie Ernaux, traducida en castellano por Cabaret Voltaire. En catalán, Angle Editorial ha publicado Els anys. La francesa se caracteriza por la narración autobiográfica e intimista. «La memoria es mi instrumento de escritura, del pasado saco el material para mis libros», declaró Ernaux, quien matizó que «el presente no tiene forma, es una línea entre el pasado y el futuro, yo nunca escribiría una distopía».

En sus novelas, tamizadas por pinceladas de otros géneros como el ensayo, algunos de sus textos surgen de imágenes. En L’usage de la photo, las fotografías, de escenas tomadas después de encuentros sexuales comienzan el relato. «La fotografía fija contiene un estado de la persona, de su época, es a la vez un signo del pasado y está conectada con el futuro. La fotografía me sumerge en un estado sobrenatural», comentó.

Ernaux dio a entender que «la autobiografía me permite contar la época que he vivido». Otro rasgo es la tensión que crea entre la lengua literaria, aprendida y académica, y la lengua oral de sus padres, pequeños comerciantes. «He escogido la posición de la lengua que me convenía a mi situación de tránsfuga, escribo a causa del desgarro que me ha provocado esta condición», afirmó.

«A partir del momento en que decidí ser escritora, a los 20 años, se convirtió en una necesidad, no concibo la vida sin la escritura, pero no es ningún regalo», avisó la autora de La vergüenza, que venía precedida de una eterna polémica, por el carácter de sus textos, que han llegado a catalogarse de obscenos, y en buena medida por estar alejada del establishment literario. Ernaux vive a unos 50 kilómetros de París y no se reconoce en los círculos literarios y exclusivos de la capital francesa.

«Libros como La mujer helada suscitaron condescendencia, como si se tratara de una simple cuestión de mujeres; El acontecimiento trata el aborto clandestino y derivó en un pronunciado silencio; Pasión pura generó una gran controversia, el movimiento feminista me acusó, los hombres me llamaron provocadora, cuando yo solo analizaba lo que me había sucedido», argumentó Ernaux, quien contó que «hace 40 años que no hablo de escritura femenina y me refiero a literatura escrita por mujeres».

Del movimiento #MeToo, contra el acoso a las mujeres, apuntó que «cuando apareció, fue una alegría, pensaba que moriría sin conocer el fin de la dominación masculina, algo me dijo que el camino empezaba a trazarse». De sus libros, se desprende una tirantez en las relaciones sexuales entre hombres y mujeres. «Esa tensión procede de la desigualdad. Si las mujeres no son violentas es porque son demasiado sumisas, la consolidación de la igualdad implica una gran transformación de la sociedad», declaró Ernaux, quien recordó que «en lo que llevamos de año, se han superado el centenar de feminicidios en Francia».