Almudena Sánchez, en el centro, el pasado jueves durante la presentación de su libro en Argentina. | Redacción Cultura

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De Andratx a Madrid y de allí, de gira por Argentina. La carrera de la escritora Almudena Sánchez (Andratx, 1985) está viviendo una brillante trayectoria. Después de la publicación de su primer libro, La acústica de los iglús (Caballo de Troya), que ya va por la novena edición, fue elegida por la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID) como uno de las diez mejores escritores treintañeros del país. Fruto de esta selección, se encuentra ahora de gira por Argentina para impartir talleres y presentar su libro, que se publicará en ese país de la mano de Odelia Editoras.

La acústica de los iglús da el salto a Argentina. ¿Cómo fue el proceso?

—Me pilló por sorpresa. Me escribieron unas editoras argentinas geniales (Odelia Editora), –las odelias, que las llaman– diciendo que les encantaba mi libro y que estaban muy interesadas en publicarlo allí. Todavía no lo creen mis ojos: no esperaba sembrar iglús tan lejos. Sólo puedo dar las gracias.

¿Que ha supuesto ser considerada por la AECID como una de las jóvenes escritoras españolas con más proyección internacional?

—Eso también me pilló por sorpresa. Ha supuesto mucho. Es un honor que me consideren así, que me tengan en cuenta y me valoren. El jurado era de nivel; escritores, buenísimos todos. El sólo hecho de pensar que me tienen en mente, me da energía ante esta crisis que no se acaba. Ahora mismo, las iniciativas culturales son casi un milagro.

La acústica de los iglús se publicó en 2016 y algunos editores dicen que tiene una vida muy larga.

—Sí, tengo esa suerte. Creo que es un libro-lluvia. No es que se venda a toda velocidad, para nada, sólo gotea. Pero la gotera no se acaba y tengo a lectores y lectoras maravillosos que lo descubren y lo compran. Ellos son mi gotera y a ellos y ellas me debo como escritora.

¿Crees que el cuento goza de buen estado de salud en España?

—El cuento está cada vez más sano y lleno de vida en España. Hay un grupo de apasionados que lo cuidan. Hay una editorial que lleva apostando años por él: Páginas de Espuma y el valiente Juan Casamayor. Creo que se han publicado libros de relatos increíbles este año: La isla de los conejos, de Elvira Navarro, me ha encantado. Y una autora que saldrá en septiembre en Random House: Eider Rodríguez.

¿Es el cuento un género menor?

—Creo que tiene más que ver con la educación. ¿A alguien le hicieron leer un libro de cuentos en el instituto? ¿En la universidad? No tenemos la costumbre en España, ni nos han hablado de ello, ni tampoco es que importe mucho.

¿Facebook es el nuevo Café Gijón ?

—Me gusta interactuar con lectores, libreros, ilustradores y escritores. Aprendo de lo que leen y de lo que opinan. A veces es cansado y, además, no sirven café ni cerveza, pero bien. Es un mundo frágil porque uno está en su casa, se le ocurre una chorrada, la escribe ahí y se arma un buen lío.

Las buenas críticas ¿apabullan a la hora al escribir el siguiente libro?

—He tenido mucha suerte. Ahora sé que mi onirismo poético-desgraciado se comprende. Y sí que apabulla. Lo del segundo libro paraliza bastante. Lo único que quiero es emocionar de nuevo, al menos a los mismos lectores que leyeron La acústica de los iglús.

De Andratx a Madrid y de allí a Argentina. ¿Cuántos años ha supuesto este proceso vital?

—Toda la vida. De Andratx me costó mucho salir. De niña te parece que perteneces a un trozo de tierra porque las cosas son así: naces y punto. En Madrid estoy disfrutando. Buscaba la libertad y el dinaMadrid me alivia. Y Argentina ha llegado ahora. No sé qué pasará.