La exposición de Es Baluard saca a relucir el recuerdo de aquellos que le trataron durante su estancia en la Isla. | Teresa Ayuga

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Paco de Lucía tenía muchos aristas. En el DNI rezaba como Francisco Sánchez Gómez, en el escenario y en los discos, Paco de Lucía, pero en Mallorca y para sus amigos era simplemente Paco. La leyenda quedaba atrás y la Isla se convirtió en un remanso de paz familiar y creativo. El guitarrista era muy querido, tal y como quedó confirmado en el Aljub de Es Baluard en la inauguración de la exposición Paco de Lucía en la Isla. Una mirada íntima 2002-2014. Organizada por el Club Ultima Hora en su línea dedicada a los Valores y comisariada por Tomeu Coll, se desvela su vertiente más íntima, vista a través de la lente de su mujer, la fotógrafa Gabriela Canseco.

La muestra ha servido para que sus amigos mallorquines se reúnan para recordarle cinco años después de su pérdida. Tomeu Penya, Andreu Manresa, Joan Bibiloni, Antoni Noguera o Antonio Morales han abierto la compuerta de los recuerdos.

Melones

«Cuando nos presentaron conectamos en seguida», recuerda Tomeu Penya, que no dudó en pedirle a De Lucía una colaboración: «Le pregunté que con quien tenía que hablar para que grabara conmigo una canción y me soltó: ’Pues conmigo’. Y entonces le pregunté cuánto me iba a costar». La contestación de Paco de Lucía iba muy en la línea de su humor: seis melones de Vilafranca. «Me lo tomé en broma pero él me lo recordaba y grabamos la canción juntos. En total le debí llevar más de veinte de los mejores melones del mundo».

PALMA. MUSICA. TOMEU PENYA APADRINA EL ESTRENO DEL MUSICAL

El músico Joan Bibiloni señala que la suya fue «una relación más de conciencia que de presencia. Sabía quien era pero no practicábamos cenas. Pero si nos teníamos mucho respeto». Como músicos residentes en la Isla, tenían muchos amigos en común. «Un día me llamó para decirme que el ordenador ‘no me prende’. Le puse en contacto con un amigo mío, Antonio Noguera y después me pidió un micro. Estaba montando su estudio en su casa de Campos. Le presté el de un amigo mío y al cabo de quince días vino él a devolvérmelo. Esa era la belleza de Paco: era cercano, humilde y muy simpático».

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Cuando Paco de Lucía no estaba de giras mundiales, llegaba a Mallorca y vivía una existencia de lo más corriente, tal y como confirma su productor Antoni Noguera. «Cuando llegó a Palma, quiso hacer un armario para guardar todas sus guitarras. Le dije que tenía nociones de carpintería y empezamos a construirlo». Y Noguera recuerda el día que intentaron «meter el mecanismo del ordenador dentro de una nevera de vinos. Y claro, no funcionó». El productor señala que «en Mallorca se sentía muy cómodo. Si la gente le reconocía, era amable y le daba la mano, pero decía que en Mallorca se le respetaba, los fans eran discretos». De Lucía «me decía que un día nos disfrazaríamos y tocaríamos en la calle».

Añoranza

Andreu Manresa, director general de IB3TV, recuerda las comidas, cenas, matanza, días de pesca y campo que vivió con el guitarrista, al que describe como una persona culta, inteligente, observadora y sencilla. «’Bach es la música’, espetó Paco de Lucía un día de la que fue su última década discreta refugiado en Mallorca. En una sobremesa familiar desgranó sus referente históricos del flamenco, el jazz y la música cubana. Desde Albéniz a Alejandro Sanz, Chick Corea, Al di Meola o Camarón. Ironizó sobre algunos músicos ‘que cantaban como una vaca’», dice el periodista. Manresa le recuerda hablando del proceso de composición: «difícil, lento, harto complicado». Un día de matanza del cerdo «un rústico anfitrión le emplazó a tocar la guitarra y él bromeó: ‘La guitarra no tiene hambre’».

Halló en Mallorca la tranquilidad que no tenía en su casa de seis plantas de Toledo: «Un ejército de japoneses se apostaba ante su puerta para captar al monumento vivo. Su casa era parada de las rutas turísticas».

PALMA. INSTRUMENTOS MUSICALES. Antonio Morales, LUTHIER/ MEDALLA DE ORO DE PALMA

Su amigo y lutier, Antonio Morales, recordaba en la inauguración de la exposición «la sensación agridulce» de toparse con las 88 fotografías del músico en la exposición. La añoranza y el cariño rodean el recuerdo de su figura.