Joan Manuel Serrat, en un momento de su actuación. | Pilar Pellicer

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Hace cuatro años que el ‘nano’ alcanzó la condición de septuagenario, pero su voracidad creativa no entiende de almanaques. Ya no luce una melena desgarbada, pero eso no le resta atractivo ni mucho menos empaque y mordacidad. Serrat se nos ha hecho mayor haciendo lo que mejor sabe, llegar a lo más profundo con su voz. Una voz que el poeta de las cosas pequeñas elevó por primera vez con su clásico entre clásicos, Mediterráneo, ante la admiración de las 1.800 personas que llenaban el Palacio de Congresos de Palma.

Los recuerdos de infancia, el amor y la nostalgia por lo irrecuperable vertebran el cuerpo angular de su obra. Y es que Serrat ha plasmado los recuerdos de toda una vida en un cancionero sensual que alcanza a público de todas las edades, tal y como recogía este sábado por la noche en el Palacio.

«Bon vespre, benvinguts a aquest concert. Perdonin si he fet una mica tard», deslizó con socarronería el catalán. A continuación sonó Qué va a ser de ti, una canción que recoge en su cuarto álbum en castellano, Mediterráneo, publicado en el año 1971.

Orígenes

Cabe recordar que el cantautor presentaba su gira Mediterráneo Da Capo, en la que regresa a sus orígenes y recupera los diez cortes de su obra maestra, un elepé repleto de joyas fraguadas a caballo entre Calella de Palafrugell, Barcelona y Cala d’Or. Siempre frente al mar.

Serrat fue desgranando su poesía de lo cotidiano, cantada desde ese punto equidistante entre la implicación y el distanciamiento, un posicionamiento que le otorga credibilidad y transforma a cada oyente en cómplice.

Aunque la gira Mediterránea Da Capo desprende un innegable aroma monográfico, el público era consciente de que Serrat no se dejaría en el tintero su repertorio más significativo con temas como Penélope, Hoy puede ser un gran día, Para la libertad o esa enternecedora oda a la infancia que es Cançó de bressol.

Una tras otra irían cayendo como fruta madura, jalonadas por versiones de Charles Trenet (La Mer) y Concha Piquer (Tatuaje).

Recuerdos

Aunque algo magullada por la edad, la de Serrat es una de las voces más cualificadas, por lúcida e incisiva, de la canción de autor. Porque radiografía los recuerdos con la precisión de un cirujano, y porque habla sin pelos en la lengua de este mundo resquebrajado, a veces con nostalgia y a veces con cinismo, pero siempre atravesado de verdad.

En cualquier caso, a estas alturas de su carrera, el público es consciente de sus limitaciones y se lo perdona todo, saben que su poesía sigue asentada en la estratosfera literaria.
En el apartado musical, el ‘noi del Poble Sec’ estuvo arropado por una banda de contrastada eficacia, respaldada por la formidable acústica que destila el Palacio.