Fernando Gómez de la Cuesta, director-gerente de Palma Espais d’Art, ayer en el Solleric. | Joan Torres

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«Una fundación colaborativa y abierta, que genere tejidos, recursos, formación, experiencias y nuevos públicos, que haga llegar la creación contemporánea a la ciudadanía e integre la ciudad en los espacios físicos de Palma para construir y desarrollar una red local, nacional e internacional». Esta es, según palabras del regidor de Cultura de Cort, Llorenç Carrió, la Fundació Palma Espais d’Art que se traslada del proyecto que le valió a Fernando Gómez de la Cuesta la dirección-gerencia de esta institución. Además de una programación artística y expositiva «continua, activa y heterogénea», tanto en los diferentes escaparates de la Fundació –Casal Solleric y Centre d’Art i Creació (CAC) de Ses Voltes–, como fuera de ellos, en el contexto urbano, el nuevo director-gerente quiere que sea también un ente para «la formación y la proyección» de los creadores. Sobre estas bases trabajará Gómez de la Cuesta, quien ayer avanzó las claves de su propuesta.

Las líneas de actuación «básicas» que llevará a cabo Gómez de la Cuesta –cuyo contrato es de dos años prorrogables– se resumen en transformar la Fundació «en un nódulo muy activo dentro de una red de redes». La primera, la local, de las Islas, con «propuestas de perspectiva regional que se tienen que llevar a cabo con el apoyo de otras instituciones, como el Govern, el Institut d’Estudis Baleàrics [IEB] y los consells insulars», porque «colaborando se originan proyectos muy interesantes y más en los tiempos que corren de escasez presupuestaria». En segundo lugar, «potenciaremos» una red nacional, ya que centros como Tea Tenerife, la Fundación Luis Seoane (A Coruña), el Centro de Arte José Guerrero (Granada), Matadero (Madrid) o el Museo Pablo Serrano de Zaragoza ya han mostrado su predisposición a futuras colaboraciones. En último lugar, las residencias e intercambio de artistas, «muy importantes» marcarán las actuaciones en el ámbito internacional.

Presupuesto

De hecho, los recursos económicos serán decisivos en el devenir de los proyectos que entrarán en la Fundació Palma Espais d’Art. «Se realizarán en virtud de las condiciones presupuestarias que tengamos, y si hay que bajar el ritmo de propuestas para que el resultado sea más satisfactorio, así será, programaremos en función de los recursos internos y externos». Por eso, el responsable de la fundación apuesta por salir a buscar patrocinadores privados.

Aunque las artes visuales seguirán siendo la médula espinal de esta fundación, Gómez de la Cuesta quiere abrirse a nuevas disciplinas que hasta ahora no han tenido cabida en su programación. «Queremos hacer partícipe a toda la ciudadanía de lo que está pasando, porque muchas veces no les llega todo el trabajo que hacemos», lamenta el director-gerente. Para ello, se dirigirán a la sociedad a partir de canales poco explorados hasta el momento como son las redes sociales.

Estos aspectos se materializan en dos programas: PDF y Extra. El primero «es un plan de formación» que abrazará recursos más innovadores y específicos, «como asociaciones y agentes que trabajan la pedagogía de la creación contemporánea de forma mas novedosa». Sobre Extra, supone «sacar la actividad de la fundación de los tres edificios que en este momento la componen» para «integrarlas en un contexto urbano» y originar así «un factor de estimulación, de seducción y de arrastre para que la sociedad acuda a las propuestas programadas dentro de los espacios», prosigue.

«La Fundació Palma Espais d’Art debe ser una exportadora del talento balear», subraya Gómez de la Cuesta, de ahí que la selección de los proyectos del programa expositivo estarán escogidos «por una comisión asesora y un jurado profesional». De hecho, su idea es «integrar» a representantes del sector en el patronato de la fundación.

Ses Voltes

Otro de los «retos» del director gerente de Palma Espais d’Art es el CAC de Ses Voltes. La intención es que este espacio «emblemático» sea un centro «autogestionado», en base al documento marco que se pactó entre Cort y las diferentes asociaciones del sector del arte. Ses Voltes sería el lugar «idóneo» para cobijar las residencias y los intercambios entre creadores.