La Fundació Miró pone en valor los procesos creativos de un Miró transgresor

Sentado en Son Boter, en una fotografía de Català Roca, Miró da la bienvenida a Joan Miró. Mirades a la col·lecció, una exposición que reúne 146 obras que subrayan la riqueza creativa del artista y su constante experimentación con los materiales, las técnicas, los soportes y los procedimientos, sobre todo, entre los años sesenta y los ochenta. La exposición arranca en el hall con tres primeras obras «de gran fuerza y lirismo» que advierten al espectador «sobre lo que va a ver».

Le sigue una selección de dibujos, un conjunto de obras «con entidad propia, y no como parte de un proceso», que resumen la cantidad de soportes en los que trabajó Miró, desde el papel de embalar al cartón o a la cartulina, así como las técnicas –tinta china, gouache, pastel, bolígrafo, grafito...–. Un Miró transgresor e inconformista sitúa al visitante al comienzo de la Sala Estrella en el año 76, cuando firmó una gran tinta litográfica sin título «excepcional». Tenía entonces 83 años.

La muestra expone por primera en la fundación 30 litografías de la serie Homenatge a Joan Prats, amigo de Miró, en la que se pueden ver signos de «espontaneidad» y «la fuerza de un trazo que realizó con sus propios dedos». La serie dialoga con una serie de pequeñas esculturas y con la monumental Souvenir de la Tour Eiffel. La propuesta desde entonces deja «total libertad al visitante para que elija su recorrido».