Paloma San Basílio, en una imagen promocional reciente. | Efe

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Hace apenas un año, Paloma San Basilio se despedía de los escenarios, iniciaba así una etapa en la que prometía volcarse en sus otras pasiones, «viajar, escribir y pintar». Pero el destino, retorcido y caprichoso, no tardó en inocularle el virus de la nostalgia.

Nostalgia por subirse a un escenario, plantarse frente al haz de luz y defender su nuevo trabajo, Voces para el alma, un proyecto fruto del flechazo artístico entre la madrileña y el coro infantil más popular del mundo, Los Chicos del Coro de Saint Marc. Trui Teatre les acogerá este sabado, desde las 21.00 horas.

San Basílio pone énfasis al subrayar la naturaleza «especial y estimulante de este proyecto, que es un regalo que me ha permitido alejarme de la habitual inercia comercial», explica.

Circunstancia que no solo la inmuniza de la presión del mercado, también desvela que su regreso responde más a una necesidad creativa que comercial. Reconoce que «la pureza y naturalidad de estos muchachos» la empujaron de nuevo al ‘ring', pero defiende que el «repertorio fabuloso» de 'Voces para el alma' también ha jugado un papel determinante.

En el álbum, «trabajo la voz en otros registros para armonizarla con la de los jóvenes coristas», interpretando «piezas universales» tan dispares como Heal the world, de Michael Jackson; Hallelujah, de Leonard Cohen; o el clásico del soul de Ben E. King, Stand by me -una de sus canciones favoritas, que ya cantó en sus inicios-.

«Es muy distinto, los niños no tienen ni un ápice de ego. Unos se acoplan a otros en un perfecto trabajo de equipo, conformando una hermosa lección de humildad», concluye la artista.