La librería Àgora, ubicada en la calle Jardí Botànic de Ciutat, cerró sus puertas el pasado 2011. | M. À. Cañellas - ultimahora.es

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En España, el sector librero está padeciendo con fuerza los efectos de la crisis. Según la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), 912 librerías cerraron en 2014, aunque abrieron 226 nuevas. En la Isla, el gremio «resiste» y, en la última década, a pesar del cierre de una veintena de establecimientos, se ha abierto otra decena. Literanta, La Biblioteca de Babel, Drac Màgic, Agapea, Los Oficios Terretres, Abacus, Lila i Els Contes, Come In o Llibres Ramon Llull son algunas de las librerías que se han hecho un hueco en el mapa librero local en los últimos años, muchas de ellas en plena sangría de la crisis.

Para Miquel Ferrer, de Agapea, «todas las que han abierto son muy diferentes, especializadas en diversas temáticas y más cerca del lector, ocupando vacíos que las librerías generales no estaban cumpliendo». «No se trata solo de vender, las librerías deben ser un centro cultural y un referente para la ciudad», asevera Ferrer, quien aboga por «reforzar» el papel del librero «como prescriptor».

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De hecho, «dinamizar y consolidarse» como ente cultural es otra de las miras del sector. «Queremos generar espacios de conversación», expresó Lola Jiménez, de Los Oficios Terrestres, quien tiene claro que «tener una librería es la mejor manera de conocer gente interesante, forjar vínculos en un barrio, descubrir lo que crean otros, establecer relaciones no basadas en lo que es rentable o no, para eso ya están los políticos». La librera y bisnieta de Joan Miró considera que abrir una librería en tiempos de crisis no es inconveniente.

Aún en crisis, no todo son malas noticias para el sector: el Ministerio de Cultura destinará 150.000 euros en ayudas para la modernización física y virtual de las librerías del país, y creará un sello de calidad.