MÀRIUS SERRA PALMA CULTURA GUILLERMO ESTEBAN

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Es complicado que su camiseta, roja y con la frase Keep calm and speak catalan en blanco, pase desapercibida. La defiende orgulloso como quien protege su lengua con fervor, como los colores de su equipo, el Fútbol Club Barcelona, del que es socio. Màrius Serra (Barcelona, 1963), autor de Plans de Futur (Proa), protagonizó ayer un encuentro con lectores en el edifico de Sa Riera de Palma, una actividad organizada por la Universitat de les Illes Balears. De Ferran Sunyer, matemático catalán en torno a quien gira su libro, le atrajo su dimensión intelectual, su férreo catalanismo «en la peor época posible», pluridiscapacitado, con parálisis cerebral, «un Stephen Hawking de la actualidad».

—¿Ya ha protagonizado algún encuentro como este, ‘24 horas en la vida de Màrius Serra’?

—Lo de las 24 horas es una exageración, es como Cinco horas con Mario, de Delibes. Sí que he participado alguna vez en un encuentro de estilo informal.

—¿Cómo es convivir con Màrius Serra?

—Hombre, yo convivo desde hace muchos años y es una locura. Porque soy muy hiperactivo y, en todo caso, lo que me interesa de una propuesta como esta es que tienes un contacto con los lectores que va más allá de la epidermis habitual del día de Sant Jordi.

—¿A qué se dedica un enigmista como usted?

—Básicamente a complicar la vida a los otros. A elaborar artefactos verbales que hagan pensar. Intentar plantear un reto que te haga recorrer el camino inverso hasta la solución.

—¿Por qué le gusta complicar la vida a los demás?

—Porque me gusta que me la compliquen a mí. Y porque entiendo que la dinámica de ocultación y descubrimiento es la clave para entender la historia de la cultura. El ser humano como especie sería todavía cavernícola si no hubiera tenido el reto de resolver cosas complicadas y por tanto, cuando haces un enigma estás reproduciendo in vitro la historia de la transmisión cultural. Es un reto que sabes que tiene solución.

—Le propondré un reto. ¿Podría encajar a Catalunya dentro de España?

—Mi respuesta es un no rotundo. Creo que se ha intentado el encaje desde muchas perspectivas políticas y el resultado es la situación de descontentamiento general que hay ahora. Cabe tener en cuenta que el 70 por ciento de la población catalana tiene raíces familiares españolas. Este porcentaje es el que está pidiendo votar sobre la independencia. El encaje ahora mismo no es viable.

—¿Qué opina de la implantación del TIL?

—Creo que aquí hay una política fundamentada en una falacia, en un engaño retórico, que es rebajar cuotas, la pretendida igualdad de los tercios –castellano, catalán e inglés– sin tener en cuenta la dinámica y la necesidad del mapa sociolingüístico real de Balears. La introducción del inglés en esta dinámica no sólo pretende sino que consigue reducir y chafar, en la medida de lo posible, la transmisión cultural del catalán. Y esto para intentar generar una sociedad que en dos generaciones pueda tener el catalán como lengua residual.