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Un día extraordinario (2013) alude a la máxima de ‘al mal tiempo buena cara’, una suerte de optimismo irresponsable que busca atisbos de felicidad en las pequeñas cosas: diez canciones que miran al tango, la copla, el jazz y el pop. Un pequeño giro en la trayectoria de Marlango subrayado por el salto del inglés al castellano, pero la misma ventana abierta a un puñado de ideas frescas que conectan a la banda de Leonor Watling, Alejandro Pelayo y Óscar Ybarra con su legión de seguidores. Los madrileños visitarán Trui Teatre el próximo 5 de abril, a las 21.30.

La inspiración fluye a partir del sosiego en la casa de Alejandro Pelayo, donde todo gravita entorno a un instrumento y un cuaderno, las ideas afloran a partir de cualquier estímulo, «todo sirve para componer» desliza Pelayo, que se encuentra inmerso en las tareas de composición del sexto álbum de la banda. «Aún no tiene título pero puedo adelantar que verá la luz a finales de verano». ¿Sufrirá su sonido otra vuelta de tuerca?: «solo sabemos hacer música de una forma, sin barreras, con el tiempo hemos ido desnudando las canciones, despojándolas de elementos superfluos, reduciendo las estructuras para hacerlas cada vez más sencillas pero siempre con la vista puesta en el público». La obsesión por hacer que el pop evolucione hacia significados y formas nuevas a menudo acaba por sonar artificial, vacía, incluso absurda, sin embargo, en su último LP, Marlango le ha dado una coherencia y un sentido muy sólidos, «el sonido es un terreno con mucho margen», asegura, declinando «colocarse medallas». Pelayo sabe que «la arrogancia no aporta nada a la música, en la vida hay que ser valiente y saber que ahora gustas pero mañana podrías dejar de hacerlo».