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Un grupo de artistas ha dado la vuelta al clásico cuento de Christian Andersen, El soldadito de plomo , y ha reconstruido la historia desde el arte contemporáneo con una instalación que ocupa el patio y la galería del claustro del Centro de Historia y Cultura Militar de Palma. Así, este espacio de la calle Sant Miquel, habitualmente ocupado por armas, uniformes, barcos u otros elementos que han servido para la guerra, se ha convertido en el escenario de una producción «casi teatraL» que el público puede disfrutar a la inversa, es decir, con la mirada de fuera hacia adentro.

La idea de escenificar el montaje partió del artista Joan Ramis 'Sineu', que ha actuado de director y ha trabajado en equipo con la fotógrafa Manuela Muñoz y el también artista plástico Jesús Cánovas.

Pintura, fotografía, escultura, poesía, miniaturas, música, vídeo y hasta el canto de un jilguero son los principales ingredientes que dan forma a la historia ocupando, además, lugares de este edificio nunca antes abiertos al público.

Se trata de espacios subterráneos donde estuvieron instalados los refugios antiaéreos, la morgue o los quirófanos que se usaron en tiempo de la Guerra Civil, cuentan los artistas, felices de haber podido llenarlos de vida con su creatividad. Cabe recordar que, en el pasado, este centro que hoy dirige Teodoro Pou fue convento y hospital militar

Allí, en lo más profundo de este inmueble histórico, el visitante, no sólo se enfrentará al pasado, sino que, gracias a la intervención de los artistas, podrá participar como espectador activo en uno de los escenarios del cuento, las alcantarillas por las que el soldadito de plomo cojo viaja hacia la oscuridad en un barco de papel.

Resulta raro llegar al claustro y contemplar la exposición a través de las ventanas, como espiando la vida de los habitantes de la casa a la que llegó el soldadito de Andersen en una caja y donde se enamoró de una bailarina. Los escenarios del cuento se suceden como instalaciones que forman parte de un todo. Ramis 'Sineu' resume que «la gente va encontrando la forma de mirar» y asegura que concibe la obra y el entorno «como un espacio casi psíquico» que invita al espectador «a disfrutar de su tiempo».

La muestra termina el 25 su estancia en Palma, pero está dispuesta a itinerar por otros escenarios del Ministerio de Defensa, que ha participado en la coproducción junto a un buen número de patrocinadores privados.

«Sólo tuvimos un mes y medio para hacerlo todo y fue un esfuerzo enorme, si ha salido bien es porque los tres nos llevamos muy bien y estamos acostumbrados a trabajar bajo presión», dicen los artistas.