Marina Rosell ha prestado su voz a la Simfònica de Balears. | Teresa Ayuga

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Al son de la pieza de Luis Cobos Todos somos música, centenares de personas cantaron ayer en la Plaça d’Espanya, de Palma, «som la música, harmonia, instint i passió, som la música, mor el món si no hi ha una cançó». Lo hicieron en el concierto reivindicativo que, al igual que en Palma, se celebró en otras 15 ciudades de España con la participación de 23 orquestas sinfónicas que protestaban por la subida del IVA cultural y los recortes en un evento organizado por la Asociación de Músicos Profesionales de Orquestas Sinfónicas.

Dirigida por Josep Vicent, la Simfònica de Balears ofreció un programa que sonó en el resto de ciudades y contó con un manifiesto de Marina Rossell: «Un país ha de cuidar a sus orquestas para que puedan representar la cultura y la excelencia». Rossell añadió unas palabras para los profesores –predominaba el color verde en las camisetas de los asistentes–, «estáis en huelga y lo sabemos», dijo, tras lo que cantó parte de Queda’t de mi alguna cosa.

La última pieza del concierto, diferente en cada ciudad, fue La Balanguera, que animó a los asistentes a cantar. El público quería más. A gritos de «Orquestra! Orquestra!» consiguieron que sonase otra canción.