Un instante de la actuación de Fada Gina, ayer, durante Contesporles. | Guillermo Esteban

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Un grupo de 25 personas, entre niños y adultos, hacen cola en casa de una vecina de Esporles. Están a punto de conocer a Fada Gina. «Adelante», dice la anfitriona, Xisca Torres. Es una más del centenar de voluntarios que han hecho posible Contesporles, el festival internacional del cuento que concluyó ayer su primera particular historia con más de 4.000 visitantes.

Las entradas se agotaron. Suena música de fondo y los asistentes rodean el trono de la ‘hada’ . «Las hadas hemos podido salir de nuestros libros. Vivo en un sitio muy lejos de aquí, en un bosque mágico», explica Fada Gina ante la mirada de los pequeños, aposentados entre cojines y alfombras.

Además de la narración de Gina, la localidad sirvió de escenario de otras actividades como un taller de personajes de cuentos, mesas redondas, representaciones teatrales o espectáculos de magia.

Contesporles cerró su primer ‘volumen’ entre «satisfacción». «Cuando haces una cosa nueva no sabes la repercusión que puede tener. Hemos superado las expectativas», señaló el alcalde de Esporles, Miquel Ensenyat.

La primera edición de Contesporles, creada desde el voluntariado, se acabó ayer, pero seguramente, continuará. El alcalde del municipio es partidario de que sea «cada dos años», pero será la comisión organizadora quien lo valore definitivamente.