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Media vida ha invertido Bernat Torrandell en difundir la obra de su padre, el compositor Antoni Torrandell (Inca, 1881 - Palma, 1963)). Una «obligación» que acaricia su culmen en las vísperas de la conmemoración del cincuenta aniversario de la desaparición del músico, el martes 15 de enero, y que está recogida en una obra «artesanal» de más de 500 páginas a las que ha incorporado nuevos datos. Además, para honrar la memoria de su progenitor, ha organizado una misa el mismo martes, a las 19.00, en la parroquia de Sant Miquel de Palma.

Correspondencia, necrológicas, imágenes y textos dedicados a Colette Truyol -esposa de Bernat Torrandell- , quien fue «alumna predilecta de mi padre», se han añadido en la última revisión de esta gran obra «no biográfica» que el hijo del músico ha confeccionado y ha hecho llegar a importantes bibliotecas e instituciones de todo el mundo, a fin de que «hubiera un conocimiento» de este mallorquín, cuya música sonó a principios del siglo pasado en el Gran Palais del Champs Elysees de París. Así, tras cerca de cincuenta años recopilando el trabajo de su padre y después de «invertir todos mis ahorros en ello», Bernat Torrandell se da por satisfecho. «Ya me puedo morir tranquilo», afirma a sus 91 años.

Su objetivo «está cumplido», gracias también al trabajo de, entre otros, los expertos, musicólogos o intérpretes Emilio Casares, Tomás Marco, Andrés Ruiz Tarazona, Ramón Sobrino, y del Instituto Complutense de las Ciencias Musicales.

Partituras

Las partituras de Torrandell han viajado hasta Nueva York, Washington, Alemania, Canadá, París, Londres, o Australia. Es la prueba de que «lo que he hecho ha servido para algo. Sus composiciones se pueden encontrar por todo el mundo» y ahora espera que alguien más las redescubra.

La edición de las partituras era el primer paso. «Era lo justo», dice. Después de todas estas décadas de trabajo, cree que ahora «lo importante sería grabar las obras. Es algo que queda pendiente, la difusión mediante discos», reconoce desde la biblioteca de su casa, en la que guarda miles de documentos sobre su progenitor, entre ellos, cartas en las que grandes figuras de la música y de las artes en general ensalzan el don de Torrandell para la composición.

El talento del compositor culminó en Requiem , su gran obra maestra, que se pudo estrenar en Palma gracias «a que Serafín Guiscafré, entonces director del Principal, me puso en contacto con Tomás Marco, gerente de la Orquesta Nacional. Se dieron cuenta de que esta gran obra no podía quedar olvidada», rememora.

Medio siglo después de la muerte del maestro, Bernat Torrandell ha cumplido su objetivo: «Aportar todos los datos de que dispongo para que se conozca su figura y su obra». Otras muchas cosas han quedado en el tintero y puede que sean objeto de una próxima revisión. Pero, especialmente, pendiente queda una importante labor de difusión que va más allá del amor y la admiración por su padre. «En Mallorca antes se daba más presencia a los compositores mallorquines», lamenta. No se ha programado ningún acto institucional en recuerdo del músico. «Me hacía ilusión vivir el cincuenta aniversario. Es una suerte», agradece Bernat Torrandell.