El Circ Bover acaparó a gran cantidad de público en su espectáculo. | Guillermo Esteban

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El municipio de Vilafranca de Bonany se ha convertido, desde el pasado viernes, en un escaparate de teatro infantil y juvenil. Se lo debe a la XI Fira de Teatre que ha regateado a las dificultades económicas gracias a la colaboración de los vecinos y a la involucración de Sa Xerxa.

Son las once y media del sábado. La escoleta Es Cremat recibe a casi un centenar de personas predispuestas a ver L’amor de les tres taronges, un espectáculo en el que coexisten marionetas, máscaras y sombras. Antes había empezado Un món de contes, en la sala Haima. Dos clowns lograban extraer risas de niños y adultos con instrumentos como la flauta o el ukelele. Toni Mateu, que acudió a la representación, insistió en «la importancia de que los padres disfrutemos con las propuestas». Teresa Velázquez, de la compañía andaluza Caracartón, destacó la calidad de lo que ha visto y apoya que predomine el catalán en las obras: «Es correcto, es lógico».

Pablo Vergne, su hermano Ricardo y Eva Soriano son de la compañía madrileña El retablo y se hospedaron en casa de una vecina de la localidad. Ayer ofrecieron dos funciones de Animales, un montaje en el que mediante objetos cotidianos y complementos se inventan animales. Con un metro de carpintero, una jirafa o un camello. Con un bolso, una vaca. Al concluir la obra todos los niños salen contentos porque Eva Soriano les entrega una mariposa verde hecha de papiroflexia.

Antes de comer, los cuatro integrantes del Circ Bover captan la atención de los espectadores con números de malabarismos, acrobacias y música. Durante los preparativos, el líder del cuarteto entretiene al público con canciones como Eres tú (Mocedades), Amante bandido (Miguel Bosé) o Ai se eu te pego (Michel Teló).

La XI Fira de Teatre, que concluye hoy con más de una veintena de representaciones, se inauguró el pasado viernes con una función de L’Etern mecanoscrit, de La Impaciència, que se alzó ayer con el VII Premi Bòtil.