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El grupo escultórico del Laocoonte y sus hijos asfixiados por las serpientes es para Xavier Antich (La Seu d’Urgell, 1962), profesor de Estética y Filosofía de la Universitat de Girona, uno de los pocos ejemplos de obras que plantean el dolor sin excusas. Precisamente de la representación del dolor en el arte es de lo que trató su ponencia de ayer en el museo Es Baluard.

«El arte es extraordinariamente útil para representar el dolor». Así lo hizo Miguel Ángel con La Piedad, que «pone de manifiesto con un argumento anecdóticamente religioso que hay pocos dolores comparables a que a una madre se le muera un hijo». Aunque de forma banal culpan al arte de estetizar el dolor. Es lo que le ocurrió al ganador de la última edición del World Press Photo, Samuel Aranda. «Lo criticaron porque decían que reproducía el motivo de La Piedad, que es cristiano, con el que se pretendía comprender el mundo árabe. Es un juicio insostenible», afirma Antich. «Las imágenes solas no hablan. Una fotografía es su contexto, el sitio donde se inscribe. Nunca dice por sí sola».

Otras imágenes que alteraron el orden de las redes sociales fueron las de las cargas policiales durante la manifestación del 25-S. «Fueron bárbaras e impropias de un estado democrático. En este país hay dos estamentos que aún no han hecho la transición: la policía y la judicatura».

Como ciudadano catalán, Antich considera que «el estado de ánimo del pueblo catalán es de hartazgo. Hay una convicción insólita y tengo la sensación de que hay un sentimiento absolutamente mayoritario por la independencia».

La petición del rey Juan Carlos de no perseguir quimeras es, según Antich «una falta de respeto absoluta hacia una mayor parte de la ciudadanía catalana» y, además, apunta que la monarquía «está acabada». El problema de España, en palabras del profesor, es «que es una democracia inmadura con tics antidemocráticos. ¿En qué país del mundo con una mínima tradición democrática se ilegaliza un partido político?»