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«Sin las gafas no me reconocía», dijo el profesor Florentino Flórez, mientras la foto de la artista Miquela Vidal ya contabilizaba «dos pisadas» a los pocos minutos de que se abrieran las puertas de sa Llonja. Los estudiantes de Diseño José Palma y Àngel Bernat no se encontraban y pensaban «volver otro día» si no conseguían ubicar su imagen, mientras que el president José Ramón Bauzá confesaba sentirse «muy orgulloso de haber participado activamente en una obra de arte contemporáneo», por el que se siente «atraído desde hace muchos años». Fue durante la inauguración de la instalación Walking on faces , del artista Bernardí Roig, que se podrá ver hasta noviembre.

Varios cientos de personas, de las 1.870 que cedieron su rostro para esta obra colectiva, acudieron ayer a sa Llonja con muchas ganas de ver su imagen en el mosaico con el que Roig ha cubierto el suelo del siglo XV.

La media hora de retraso a la espera de Bauzá, que acudía desde el portaaviones Eisenhower , había espoleado aún más la curiosidad del público, aunque también suscitó quejas entre los ciudadanos, que aguardaron pacientemente en la plaza.

Los primeros comentarios fueron favorables. «Me parece una propuesta atractiva, Bernardí sabe bien hacer estas cosas desde lo conceptual y ha conseguido que destaque el espacio», reflexionaba el artista Luis Maraver mientras caminaba a la caza y captura de su cara, empresa difícil entre el gentío. El Dónde está Wally cobró ayer todo su significado en la que, para muchos, sería solo su primera visita, pues a buen seguro que deberán volver en busca de ese espejo que refleja una identidad desconocida de su yo. Walking on faces se apuntó su segundo éxito. El primero había sido conseguir tantos rostros como necesitaba el artista para un trabajo que costó 90.000 euros, que contó con un patrocinio privado de 12.000 y para el que el Govern está a la espera de que una entidad bancaria ponga otro tanto.