En este óleo de Morro se plasma la batalla de finales de noviembre de 1522 entre las fuerzas realistas y el ejército ‘agermanat’.

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Conceder el protagonismo al pueblo durante el Reino de Mallorca, «como impulsor de nuevas ideas, de los cambios políticos y de la lucha para cambiar las situaciones opresivas», en detrimento de la tendencia historiográfica de focalizarlo todo en la figura «de los reyes de la dinastía privativa», es el punto de partida de la nueva publicación del doctor en Historia Guillem Morro, Història de les dissensions civils a la Mallorca Baixmedieval (1350-1550) (Documenta balear). De esta forma, la obra, editada en catalán e inglés, persigue «otorgar la importancia que se merece al pueblo mallorquín que, durante más de 200 años, intentó mejorar la suerte de su comunidad», destaca Morro, colaborador de Ultima Hora.
El estudio, en el que Morro ha trabajado durante los últimos cuatro años y que ha dedicado a su hija Lourdes Morro, fallecida en 2010 en la India, retoma la idea del historiador Josep M. Quadrado de intentar conjugar las tres grandes conmociones sociales producidas entre los siglos XIV y XVI: la revuelta campesina de 1331, el levantamiento foráneo de 1451 y la Germania, en 1521. Respaldado por los archivos el Regne de Mallorca, la Corona de Aragón, el Archivo de la Ciudad de Barcelona y el archivo del Rosselló, entre otros, Morro explica los orígenes de estas revueltas, cómo se sofocaron y qué heredaron las sociedades de siglos posteriores. Ese análisis permite también establecer ciertos «paralelismos» con la actualidad. «Los agermanats tenían como objetivo la Santa Quitació, la reducción o amortización de la deuda pública era tan importante para la sociedad que se le daba el título de santa y es lo mismo que pretende Merkel para Europa», comenta el investigador. «Los agermanats querían, a diferencia de las clases privilegiadas, reducir la carga de la deuda pública que arrastraba el Reino de Mallorca».

Estas disensiones se producían «tras unos pasos previos de ilustración, mediante la concienciación por parte de unos líderes, con fuerza sobre las masas, de la necesidad de cambio contra la resignación». Y, en los tres casos a los que se hace alusión, el levantamiento era, fundamentalmente, una respuesta contra la situación económica. «En 1931 fue una revuelta contra la corrupción y la malversación de fondos públicos. La matanza en el Call tenía poco que ver con la cuestión religiosa. Muchos campesinos estaban endeudados con los judíos, que controlaban el 50% del comercio exterior y el intercambio mercantil con el norte de África, y protegían al monarca». El ataque fue «despiadado», no obstante.
Todas estas revueltas «no fracasaron», «sino que la fuerza militar, fiel al régimen, se encargó de restituir el estado anterior», comenta Morro, quien apunta que, pese a ello, «éstas nos han dejado unos ideales y un espíritu de lucha» que en los últimos tiempos afloran con fuerza.