Mari Jungstedt, durante la entrevista, que tuvo lugar en un hotel de Palma. | Teresa Ayuga

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Con su pelo castaño, una risa esplendorosa y los expresivos gestos de las manos con los que corrobora sus palabras, no responde al prototipo de mujer sueca. Ella misma lo comenta mientras agita sus dedos de largas uñas color de rosa y dice que los genes de su tatarabuelo italiano deben potenciar esa faceta que le hace decir: «Quiero vivir en España y ser un poco más española» o «Mi sueño sería presentar una vez las noticias en la televisión española». Nos referimos a la escritora de novela negra Mari Jungstedt (Estocolmo, 1962), quien antes de convertirse en un fenómeno editorial fue presentadora del noticiario de la noche en la televisión de su país. La autora estuvo ayer en Palma hablando de su último libro, Un inquietante amanecer (Edi. Maeva), y amadrinando el Club Mosqueiro de Lectura de Born de Llibres.

—¿Un inquietante amanecer es una novela sobre la venganza?
—Sí, hay venganza, pero, sobre todo, habla de las historias que nos afectan. En mis libros quiero contar historias emocionantes, pero también hablar de algo más profundo. En mis diez libros es un tema recurrente cómo nos afecta nuestra infancia, juventud, lo que pasa después en nuestra vida de adultos.

—El final es inesperado.
—Karin, que es policía, ha mantenido muchos secretos sobre su vida a lo largo de varios libros y en éste lo que sucede al final le afecta hasta el punto de olvidar que es policía y actuar sólo como ser humano. Pero no vamos a desvelarlo.

—¿Significa que uno no se puede liberar de su pasado?
—Sí nos podemos liberar si entendemos nuestra historia y la aceptamos. Si hemos tenido una vida dura o nos ha pasado algo malo es importante aprender para continuar. Yo, por ejemplo, estoy afectada por mi niñez, mi padre era alcohólico, había problemas, sufrí bullying. Ahora, como persona, creo que he aceptado mi historia, me he perdonado y perdonado a mis padres y pienso que puedo vivir la vida que quiero.

—También aborda un problema social, como otros autores. En este caso el de los trabajadores ilegales
—Como periodista soy una persona curiosa y claro que hay elementos en mis libros por los que se puede conocer la vida general de la sociedad sueca, las cosas que no funcionan, hay un elemento de crítica de esa sociedad, pero me interesan más las relaciones entre las personas, cómo funcionamos los seres humanos, la psicología.

—¿Cómo explica el éxito de los autores suecos?
—Suecia tiene una tradición de novela negra que comenzó con el gran éxito de la pareja Maj Sjöwall y Per Wahlöö, en los años sesenta y setenta, creadores del detective Martin Beck. Ellos influyeron mucho, ya había una ola grande antes de Stieg Larsson. Respecto al éxito, puede haber varias explicaciones. Por ejemplo, mucha gente tiene una imagen de Suecia como un país idílico, de nueve millones de habitantes, cerca del Círculo Polar Ártico, con una reputación de sociedad del bienestar, todo limpio, con bosques, casitas rojas, donde no hay pobres, tenemos a Igmar Bergman, Roxette, Volvo, Olof Palme, el Nobel. Si se lee novela negra se puede conocer cómo funciona esa sociedad, que no es tan idílica.

—Resulta curioso que haya tantas escritoras de este género.
—Puede ser otra causa del boom; hace unos veinte años las mujeres entraron en la novela negra y con ellas lo hicieron elementos de la vida diaria, de la relación entre hombres y mujeres, ellas ampliaron el género. En mi caso con la isla de Gotland, en el de Camilla Läckberg con Fjkällbacka y el de Asa Larsson con Kiruna, -las tres debutamos el mismo año-, llegaron otros escenarios más exóticos, el campo, los pueblos pequeños.

—Asa Larsson dijo en Madrid que Suecia no se había liberado de su pasado colaboracionista, otro tema recurrente en el género.
—Siempre dicen que Suecia es un país neutral, pero no lo era durante la Segunda Guerra mundial. Dejamos pasar a los alemanes por nuestro país y la gente se siente culpable. Sí, absolutamente hay sentimiemto de culpa.

—Un caso como el del asesino múltiple y nazi que se juzga en Noruega, ¿podía ocurrir en Suecia?
—Cuando los tiempos son peores, como ahora sucede con la economía, -aunque en Suecia no estamos tan afectados como en España u otros países-, siempre hay gente que comienza a criticar, por ejemplo, a los emigrantes, dicen que vienen a quitar los puestos de trabajo. Yo pienso que esto hay que tomárselo en serio, que es importante porque, como ha sucedido en Suecia, en las últimas elecciones ha entrado en el parlamento un partido nacionalista de derechas que quiere cerrar las fronteras. ¡Ahora ellos están en nuestro parlamento y hace diez o quince años esto era impensable! Sí, eso puede suceder en Suecia.