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«Con cautela e imaginación». Así afrontan algunas compañías de teatro y danza de la Isla la nueva temporada. «Sin arriesgar», están preparando ya sus nuevas propuestas que coparán la programación prevista para este próximo otoño. La dichosa crisis y la ausencia de subvenciones han hecho mella a la hora de lanzarse a la producción de montajes.

«Se afronta con energía, mucha energía», confiesa Pere Mestre, de Estudi Zero Teatre, con sede en el Teatre Sans de Ciutat. Sobre la crisis, «hay que intentar superarla a base de generar buenos espectáculos, con imaginación. Las instituciones públicas tienen muchos problemas y tenemos que buscarnos la vida», añade Mestre, quien adelanta que desde su compañía presentarán La Familia Sans 2 , secuela de uno de sus mayores éxitos, y un montaje infantil aún por desarrollar. La primera se estrenará en noviembre y se podrá ver en el Teatre Principal de Palma. Su reparto original al completo -Inma Villalonga, Pep Ramon, Lourdes Erroz, Joan Pere, Dominic Hull, Jaume Sastre y el propio Mestre- regresará en esta segunda parte.

Zorro. El Musical es la gran apuesta de Mallorca So y Rafel Brunet para estas Navidades, con la que espera repetir el éxito de La Bella i la Bèstia o Alicia en el país de les meravelles . «Siempre hemos vidido de la benevolencia del público que viene a ver nuestros espectáculos. Los problemas económicos siempre causan temor, pero hay que superarlo», señala Brunet. Las aventuras del héroe enmascarado recalarán también en el Principal, en diciembre.

«Complicada». Así ve la temporada que se avecina Toni Gomila, de Produccions de Ferro, responsable de Els convidats , nominada a los Premis Escènica 2010. Este año, Gomila será el protagonista de un montaje basado en un monólogo, aún sín título definitivo, escrito e interpetado por el propio artista, dirigido por Rafel Durán y con escenografía de Rafel Lladó.

En el caso de Carlos Miró, el coreógrafo deja atrás la Companyía de Dansa del Teatre d'Alaró y estrenará su nuevo montaje, Violeta , como Puntiapart Dansteate. Se trata de una producción de Ramon Oller, Premio Nacional de Danza. «La crisis y los recortes han parado la personalidad creativa. Lo que no soporto es la cantidad de facturas que deben las instituciones públicas, eso nos ata económicamente», sostiene el bailarín.