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Un estudio de los nueve jardines históricos que cuentan con protección patrimonial por ley concluye que, excepto el de Nazaret de Palma, están ligados a possesions donde hacían de nexo de unión entre la actividad productiva y los espacios de ocio. La arquitecta Maribel Riera y la historiadora del arte Júlia Roman, autoras del trabajo, lo presentan hoy, a las 19.00, en la sede del Colegio de Arquitectos, que lo ha financiado con una beca.

Estudi dels jardins històrics de Mallorca. Caraterístiques i elements bàsics procede «tanto de la investigación archivística como del trabajo de campo», dice Riera, y se compone de levantamiento de planos, inventario botánico y análisis de los elementos de agua, ornamentales o sistema hidráulico.

Uno de los objetivos de las autoras es que todos estos datos sirvieran «a la hora de hacer proyectos de restauración en aquellos jardines que lo necesiten, que son la mayoría» de los que han analizado. La lista la componen los de Alfàbia, La Granja, Raixa, Son Berga, Son Moragues, Nazaret, Son Marroig, Son Torrella y Son Forteza. De ellos, los de Alfàbia, Son Berga y Nazaret han sido declarados Bien de Interés Cultural (BIC) con denominación de Jardí Històric; por su parte, el BIC, en Raixa, se otorgó a las casas y la delimitación incluye el jardín, ahora en restauración, «pero lo suyo sería que éste tuviera su denominación específica», comenta Roman. Sobre el resto de los analizados se ha incoado el expediente de declaración, lo que a efectos de protección tiene vigencia.

La gestión del agua y las plantas adaptadas al clima local, la zona de cítricos, la que se extiende hasta la zona de pinar o una topografía en relación con la importancia de las vistas, que abren el jardín al paisaje, son otras de las características de estos espacios de disfrute y estética.

Los jardines históricos mallorquines están datados entre los siglos XVII y primeros del XX, casi no tuvieron influencia de los franceses, sí referencias de los italianos y algún componente del inglés, comentan las expertas. Con los de las villas italianas, compartían que villa y possessió «eran lugares de producción agrícola».

Por todos estos aspectos, Riera y Roman apuntan que con este análisis también han intentado «poner en valor» este patrimonio ya que «Mallorca es tierra de jardines» y algunos viajeros que estuvieron aquí en siglos pasados dieron constancia de ello en sus escritos.

En la actualidad, los nueve jardines estudiados viven situaciones muy distintas. Desde el de La Granja, que es productivo, «se rentabiliza», hasta el de Torrella, «muy sencillo y que necesita una restauración», pasando por el de Alfàbia, «bien conservado, que se visita», el de Raixa, en plena restauración, o el de Nazaret, ya totalmente rehabilitado.