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Los de Fonart no podían haber escogido mejor escenario para la musa del punk, Patti Smith, quien ayer ofreció un concierto junto a su banda en los Jardins del Palau dels Comtes d'Aiamans, en Lloseta. Fue el lugar idóneo para una velada de verano protagonizada por una rebelde que convoca a un público que va desde los 35 a los 60 años.
Ante un millar de espectadores, y con media hora de retraso sobre el horario previsto, Smith salió vestida con su uniforme neoyorquino: camiseta blanca, jeans y chaqueta negra, y ya desde la primera canción tuvo el detalle de felicitar a sus fans por el éxito de 'La Roja' en el Mundial. Se notaba que su visita a la Isla, y la atmósfera de rock bucólico que la envolvía, le satisfacían por completo, porque la polifacética artista no escatimó simpatía durante los temas previos al cierre de esta crónica y el concierto, precedido por la música de dos Dj, se preveía muy agradable. Activista, literata, musa, poetisa, la lista de sus méritos atraganta y su obra resiste los rigores del tiempo, conservando inmaculada su lírica beligerante y una melodía entronizada como el germen de la escena punk. Smith saltó a la fama tras introducir, de la mano de su álbum de debut, Horses (1975), destellos de la poesía francesa del siglo XIX a la juventud norteamericana. Su imagen andrógina se alzó, amenazante, ante una sociedad dominada por la cultura de la música dance.