El cineasta, con la estatuilla del próximo Mallorca International Film Festival.

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JOANA NICOLAU

El último largometraje de David Carreras, Flores negras, se proyectará dentro de los actos oficiales que tendrán lugar en Berlín a finales de año para conmemorar el veinte aniversario de la caída del Muro.

Será el siete de diciembre dentro del ciclo que organiza el Deutsche Historische Museum y con asistencia de las principales autoridades. Este museo es un centro de referencia de la cultura e historia alemana.

El filme, segundo largometraje de este director catalán residente en Sóller, se estrenará en Madrid el próximo 31 de agosto y en Barcelona el 4 de septiembre. En Mallorca, todavía no hay una fecha prevista, aunque el director destacó su voluntad de presentarla, además de en la capital, en Sóller.

Flores negras se basa en la novela negra homónima del escritor David Vázquez Sallés. La trama argumentada en la situación a la que se vieron abocados numerosos espías tras el final de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín. La mayoría de ellos no tuvieron más opción que irse al paro. El resultado es un trabajo que bebe mucho de los filmes más clásicos de espías de los años cincuenta al estilo de El tercer hombre. Una historia, explica este director, llena de giros, traiciones y donde nadie es totalmente bueno o malo, sino que «es imposible huir de quién eres, de lo que has hecho en tu vida, en el pasado».

Galardonada en el último Festival de Málaga, esta cinta es, tras Hypnos, el segundo largometraje de David Carreras. Una coproducción entre España, Austria y Alemania que será distribuida por Filmax y que cuenta en su reparto con un elenco internacional protagonizado por Tobias Moretti, Maria Grazia Cuccinotta, Héctor Colomé, Eduard Fernández, Maximilian Schell y el mallorquín Pep Tosar.

La cinta se ha rodado en Viena, Graz y Barcelona. Ciudades que aparecen en el filme como ellas mismas, y como recreaciones de otras ciudades, entre ellas Moscú, Munich, Berlín o la región del Cáucaso. El objetivo de Carreras con este largometraje es el de conseguir «que la película no parezca una película, sino una historia muy real». Para ello ha desarrollado «unos personajes muy normales metidos en líos muy gordos». El filme ha sido rodado en todo momento con la cámara en mano para imprimirle el mayor realismo.