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En noviembre del año pasado Baltasar Porcel escogía, además de Palma, su Andratx natal para presentar su última novela, Cada castell i totes les ombres. Un libro con Barcelona como protagonista y que él mismo calificó de especial. En él, como reconoció, había dejado notar su enfermedad.

Poco hacía presagiar que éste sería el último título de una extensísima carrera que más allá de la narrativa y el teatro incluye cuentos, ensayos, biografías, libros de viaje y numerosas colaboraciones periodísticas que dieron lugar a lo que se ha dado en llamar periodismo literario.

Su paso por el teatro dejó obras como Els condemnats (1958). Después llegaron La ximbomba fosca, El general i l'inspector (1963), Èxode, Romanç de cec e Història d'una guerra, pieza esta última tras la cual decidió abandonar el teatro, al que sólo regresó una vez, en 1981, con Els dolços murmuris del mar. También dejó inéditos: El buscador de tresors, Els honorables y La qüestió social.

Su primera novela, Solnegre (1961), por la que recibió el Premi Ciutat de Palma, tuvo una gran acogida de público y crítica, y dos años después publicó La lluna i el Cala Llamp (1963), donde describe la vida cotidiana de los marineros andritxols y con la que empieza a definir lo que se conoce como 'el mito de Andratx' en la novela de Porcel. Su pueblo natal como fuente de inspiración.

Tal y como afirma su biógrafo, Antoni Planas, todavía no estaba definido su camino narrativo. Del intimismo de Solnegre al costumbrismo de La lluna i el Cala Llamp, con la siguiente novela, Els Escorpins (1965), se sumerge en el realismo existencial y vuelve a introducir aspectos ideológicos que había abordado en el teatro. El éxito de sus dos primeras novelas y el relativo fracaso de la tercera le marcan el camino a seguir, el del 'mito de Andratx', tal como señala Planas. Así llegaron Els argonautas (1968), sobre el contrabando, y Difunts sota els ametllers en flor, este último una recopilación de cuentos con reflexiones socioculturales sobre Catalunya, Balears, sobre Andratx, sus personajes y sus historias, temática que se vio obligado a abordar para eludir la censura desde su columna en La Vanguardia y que acabó marcando su estilo.

Al comienzo de los años 70, Porcel inicia sus viajes por varios continentes de los que extrae nuevos temas y nuevos personajes. En aquellos años de cambios sociales, centra su actividad en el periodismo y sólo escribe una novela, Cavalls cap a la fosca (1975), en la que profundiza en sus raíces familiares, añade la aventura y, sobre todo, aspectos históricos.

Ya en los 80, su narrativa sufre un giro con Les pomes d'or (1980)y Els dies inmortals (1984). No había vuelto a vivir en Andratx desde los años 50, había viajado y todas esas experiencias salieron a flote en esas dos novelas.

Pero Porcel regresa pronto al mundo de Andratx, y lo hace en 1987 con Les primaveres i les tardors, una de sus grandes novelas, en la que, tomando como excusa una cena de Navidad, entreteje toda una serie de historias de su gente y recupera el 'mito de Andratx', su principal fuente de inspiración.

Cuando publica, en La Vanguardia, El divorcio de Berta Barca (1989), una obra de encargo sin demasiado interés, nace el germen de una nueva línea de trabajo marcada por lo inmediato, lo que sucedía en aquel momento en Barcelona. Y en esa fuente se inspira para escribir Lola i els peixos morts (1994) y Ulisses a alta mar (1997). En la primera refleja la cara más cruda de la Barcelona urbana, y en la segunda reflexiona sobre la ambición.

Porcel acaba regresando al mundo mallorquín de su pasado y lo hace de una forma diferente con El cor del senglar (2000), en donde vuelve a mezclar una historia familiar con la aventura y las costumbres y que tiene un gran componente autobiográfico con un protagonista que, de hecho, se llama Baltasar Porcel. Planas señala éste como el momento de máxima intensidad creadora en el autor, volcado exclusivamente en el periodismo y la literatura. Es cuando nace L'emperador o l'ull del vent (2001).

Cuando se le diagnosticó el cáncer en 2006, trabajaba en otra novela, la que sería la última, Cada castell i totes les ombres, publicada en 2008.

En opinión de Planas, de la misma manera que en las obras de temática mallorquina creó el 'mito de Andratx', en este última novela consolida el 'mito de Barcelona'.