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El narrador, ensayista y poeta albanés Ismail Kadaré, exiliado en París tras huir del régimen comunista de su país, obtuvo ayer el Premio Príncipe de Asturias de las Letras por «la belleza y el hondo compromiso» de su creación literaria, traducida a más de cuarenta idiomas.

El acta del jurado, leída por su presidente, el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, destaca que el autor «narra con lenguaje cotidiano, pero lleno de lirismo, la tragedia de su tierra, campo de continuas batallas» e incide en que da vida «a los viejos mitos con palabras nuevas» y expresa «toda la pesadumbre y la carga dramática de la conciencia».

Según el jurado, su compromiso hunde las raíces en la gran tradición literaria del mundo helénico, «que proyecta en el escenario contemporáneo como denuncia de cualquier forma de totalitarismo y en defensa de la razón».

Kadaré publicó su primera obra en 1963. El general del ejército muerto. Tras estudiar Historia y Filología en la Universidad de Tirana, alcanzó notoriedad con su primera novela y durante la dictadura estalinista de Enver Hoxha publicó obras como Dasma (1968), Los tambores de la lluvia (1970), El largo invierno (1977), Abril quebrado y El año negro (1980).

Bajo la presidencia de Ramiz Alia (1982-1991), Kadaré, que era vicepresidente del Frente Democrático de Albania en el que se aglutinaban varias formaciones no comunistas, sufrió las amenazas de la Sigurimi, la policía secreta albanesa, y en octubre de 1990 pidió asilo político a Francia para él y su mujer.

El jurado concedió el premio por mayoría «tras un largo debate», aunque Fernando Sánchez Dragó dijo que había votado en blanco porque no conocía bien la obra del autor y calificó la elección de «extravagancia».