Los operarios retiran las tejas de la techumbre, que serán restauradas y recuperadas para la nueva estructura. Foto: JAUME MOREY

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ANA LARGO

El Casal Balaguer se desprende de su maltrecho tejado. Los arquitectos Francesc Pizà, Ricardo Flores y Eva Prats analizaban ayer in situ y también sobre maqueta los trabajos que ya han comenzado en el ala derecha del edifico, donde los operarios ya desmontan la cubierta. El proceso será en fases, ya que previamente se asegura el mantenimiento de las plantas inferiores, así como el refuerzo de sus forjados.

Los andamios colocados por los casi 800 metros cuadrados de la planta noble de este edificio de Palma, a modo de pilares, anuncian que un piso más arriba ha comenzado el movimiento. De camino a esta segunda altura del Balaguer se halla ya una zona intermedia totalmente descubierta. Las vigas amontonadas están totalmente podridas. Mientras, en una sala se apilan las tejas que presentan mejor estado. «El propósito es restaurar las que están mejor. Nos parece más interesante conservar estas piezas, su calidad es buena y el aspecto [para un edificio de esta antigüedad] siempre es más natural que las modernas», explicó Ricardo Flores, quien apuntó que se hará lo mismo con las vigas de la cubierta.

El equipo accede a la segunda planta, acompañados del responsable de obra, Antonio Llorente. Bajo la cubierta, los operarios han levantado el pavimento antiguo, lo que deja al aire el artesonado de la planta noble. Sobre él, se instala un material impermeable y sobre éste una capa de compresión. Con esto se da solidez al forjado, se evitan movimientos y que haya filtraciones de agua entre plantas, según explicaron los arquitectos. Aunque éstas se eliminarán con la nueva cubierta, que contará con una estructura más sencilla. «Se prescindirá de la pieza central, se dará la misma altura a todo el ala, que ahora tienen diferentes alzadas», con lo que se conseguirá que la sala sea más espaciosa y esté más libre y limpia de estructuras, según comentaron.

En lo más alto del Balaguer ya falta parte de la techumbre y se intuye la futura terraza. La torre que corona el edificio ha desaparecido. Su estado era malo y se reconstruirá. Sorprende al paso el agujero del ascensor, donde se aprecian restos de una pared del XVII, unida a otra del XVIII. Desde allí, se ve la linterna de la bóveda que corona las escaleras principales y que «se reemplazará por un lucernario» para aprovechar la luz natural.

La relativa paz que da la bienvenida en el patio, para nada anuncia la gran actividad reinante en metros más arriba, donde los próximos meses se desarrollará este proyecto de cambio de cubierta e instalación del ascensor y escaleras, al que le seguirá el de reforma integral del edificio.