Meaney pasa la mitad del año en Mallorca y la otra en su residencia de Los Angeles.

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Colm Meaney (Dublín, 1953) es lo que se llama habitualmente un 'secundario de lujo'. Puede presumir de participación en cintas comprometidos de prestigio -con directores como Stephen Frears o Alan Parker-, de haber sido nominado al Globo de Oro y, sobre todo, de seguir en activo: acaba de rodar el último blockbuster de Jamie Foxx y la nueva cinta de la factoría de Judd Apatow. Desde hace cinco años divide su tiempo entre sus casas de Los Àngeles y Sóller.

-A finales de año rodará aquí el primer largometraje de Toni Bestard. ¿Como surgió el proyecto?

-Yo ya había visto cinco de sus cortos y me encantaron. Toni me enseñó su guión, que había sido aceptado en el Sundace Workshop, y me encantó. Sus cortos me dejaron muy impresionado, y tenía el convencimiento que de que está listo para dirigir su primer largo. He hecho bastantes películas pequeñas, y lo bueno es que tienen buenas historias que contar. Sobre todo cuando se trata de directores debutantes. En general, el 90 por ciento de los guiones que recibo son horribles. Observo un deseo creciente de no tener una buena historia. En América los mejores guiones se los lleva la televisión.

-Interpretará a un extranjero que llega a la Isla, como usted...

-Mi personaje es un hombre que vivió aquí con su esposa en el pasado, y regresa para encontrar algunas respuestas. ¡Pero tampoco queremos desvelar mucho!

-En la película se habla catalán y castellano. ¿Cómo lleva usted los idiomas?

-Se habla mayoritariamente catalán y castellano, pero afortunadamente mi personaje es extranjero. Parte de la gracia del guión es que llega aquí sin hablar ninguna de las dos lenguas. Personalmente, mi castellano llega poco a poco, y el catalán llega muy lento...

-También se ha implicado en la creación de un festival de cine en la Isla, que impulsa el cineasta David Carreres.

-Me pareció una buena idea desde el principio. A medida que conocido esta Isla, me ha sorprendido que Mallorca no sea un centro de producción cinematográfica. Tiene unas localizaciones estupendas y muy variadas, y un buen clima que permite rodar casi todo el año. Hay que recordar que originalmente la industria del cine se movió a Los Angeles por esa razón.

-Ustedes proponen algo más que un encuentro glamouroso...

-Tiene que ser un festival con nivel artístico asegurado y donde se generen proyectos, donde so compren y vendan películas. Necesitamos un mercado que acompañe al arte. Queremos generar interés y negocio. En Mallorca se ruedan muchos anuncios, pero no películas. No lo entiendo. Mucha gente que trabaja en el cine británico tiene una casa aquí, pero no se les ocurre la idea de trabajar aquí.

-¿Cual será exactamente su papel en el festival?

-No tengo ningún cargo. Yo seré una especie de embajador del festival, y ya estoy aprovechando mis contactos. Si invitamos a gente que nunca ha estado aquí, despertaremos su interés. El festival tiene que compaginarse con el desarrollo de una industria de cine, y eso requiere dinero y apoyos. Hay que causar impacto y hacerlo bien.

-Usted rodó en su tierra algunos de sus éxitos, como 'The commitments', 'Café irlandés' o 'La camioneta'. ¿Por qué ya no rueda tanto allí?

-Lo que se hace allí actualmente no es muy bueno. Después de los grandes directores de los 80 y 90, no hubo una generación de jóvenes directores que les sucediera. Y no lo están haciendo muy bien...

-¿Mallorca podría aprender algo del cine irlandés?

-Irlanda es otro ejemplo de una cultura que queda relegada por culpa de otra. Lo más importante para una industria es encontrar su propia voz, que sea honesta con su cultura. Hay que intentar atraer a todo el mundo, pero sin perder la esencia propia. Las historias humanas, los personajes, tienen conexión universal. No hay que intentar emular a Hollywood. Las industrias pequeñas tienen que basarse en buscar buenas historias que contar.

-Por cierto, ¿cómo llegó usted a vivir a Mallorca?

-Mi esposa es francesa, y sus amigos solían venir aquí. Yo estaba un poco dudoso de venir, porque tenía esta imagen de Mallorca como paquete turístico, de una playa soleada con edificios altos. Después me quedé absolutamente sorprendido.