El rosetón deja pasar más luz y color al recuperar su esplendor original con 132 cristales nuevos.

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MARIANA DÍAZ

La restauración del rosetón de la Seu ha finalizado. A cincuenta metros del suelo, donde trabajó los últimos seis meses, la restauradora Lourdes Roca León limpia los últimos restos de polvo de los cristales, que se han emplomado. Pronto las bodas volverán a celebrarse en el altar mayor y todos disfrutaremos de una pieza que dejará pasar más luz y más color porque tendrá 132 pequeños cristales más.

Durante la restauración se descubrió que, bajo el mortero que cubría la parte central de las figuras geométricas, círculos y flores, había restos de cristal emplomado. «Eso demuestra que, originalmente, en estas zonas, que llamamos crucetas, y que tienen forma de cruz o de Y, hubo cristal emplomado». Lo explica Bartomeu Bennassar, aparejador diocesano. Son los nuevos 132 vidrios amarillos y rojos que ocupan el lugar del mortero colocado a lo largo de los siglos en reparaciones poco acertadas. Cabe recordar que el rosetón sufrió daños en los siglos XVI, XIX y XX.

Durante la rehabilitación, que ha costado al Cabildo 300.000 euros, se cambiaron 403 cristales «porque estaban rotos o no eran de la calidad adecuada», dice Bennassar. «Tienen las mismas características, pero un milímetro de espesor más, tres en total». Esto, junto con el plomo, «ayudará a absorber mejor la vibración», la gran preocupación de Bennassar. «Algunos organismos no son conscientes de la fragilidad de un elemento como éste», reflexiona.

La obra comenzó el pasado septiembre con la colocación del andamio y en octubre recibió el permiso de Patrimoni Històric del Consell para comenzar.