La bailarina Sol Picó, fotografiada la pasada semana en Barcelona. Foto: C. DOMENEC

TW
0

C.DOMENEC x BARCELONA

La coreógrafa y bailarina Sol Picó plantea con el movimiento del cuerpo y la música rockera la necesidad de pararse y reflexionar sobre el paso del tiempo en El llac de les mosques. El último montaje de su compañía, creada en el año 1993, se podrá ver el 10 de mayo en el Teatre Xesc Forteza de Palma. La actuación formará parte de Palma amb la dansa, el festival que desde el 29 de abril ofrecerá diez propuestas para celebrar el Día Internacional de la Danza. La artista alcoyana acaba de ganar un premio Max (el séptimo de toda su carrera) al mejor espectáculo de danza por Sirena a la plancha. Picó, Premi Nacional de la Generalitat (2005), aprovechará la visita en Mallorca para impartir un curso de cuatro días sobre la relación entre la danza y la voz.

-¿De qué trata el espectáculo 'El llac de les mosques'?

-Es un pieza que parte del tema de la edad y del paso del tiempo. Cuando cumples los cuarenta empiezas a replantearte algunas cosas. La pieza tiene un formato dramatúrgico de concierto de rock porque las escenas suceden como si fueran los temas musicales del concierto y porque los viejos rockeros nunca mueren. El hilo conductor es la historia de una mujer que quiere atrapar el tiempo para que no se le escape. Todo acaba siendo una especie de catarsis y un desbloqueo total a nivel personal.

-¿Qué le proporcionan a usted los cuarenta?

-Ahora hago menos cosa, pero las realizo de una manera diferente. Lo interesante al cumplir años es la transformación y el intento de cambiar, a mejor, en relación a la calidad de las cosas que uno hace.

-Usted no es muy alta. ¿La danza contemporánea, al contrario del ballet clásico, juega a favor con aspectos como la altura o la edad?

-Yo empecé con la danza clásica y pronto te das cuenta que no tienes las condiciones suficientes aunque las puedas tener a nivel técnico. En el clásico necesitas unas ciertas medidas. La danza contemporánea ha jugado totalmente a favor; parece pensada para mí, con todas sus distintas herramientas para la creatividad.

-¿Cómo se presentaría al público de Mallorca que aún no la conoce?

-Les diría que se arriesguen a venir si les gusta la música, el movimiento de los cuerpos y el humor. El llac de les mosques es un espectáculo agradecido para el espectador. No está mal para empezar a tomar contacto con el mundo de la danza.

-¿Qué importancia tiene el humor en sus espectáculos?

-Es fundamental reírse de uno mismo y desdramatizar el día a día. Es como lo de ir cumpliendo años. Te preguntas: ¿Qué estoy haciendo? La actitud en el escenario es muy importante y es básico relativizarlo todo para que el público participe de nuestro juego.

-¿Qué ofrece una iniciativa como 'Palma amb la dansa'?

-Estos festivales son estrictamente necesarios. En sitios como Barcelona a veces hay overbooking y en otras ciudades no hay casi nada. En Alcoi, por ejemplo, la muestra de teatro es una oportunidad para la cultura. Estos festivales son fundamentales para que la danza se convierta en algo cercano al público. Hay gente a la que no se la ha ocurrido nunca ir a ver danza. El baile puede provocar el despertar de una parte de sensibilidad que tenemos todos.

-¿Cómo valora el premio Max que acaba de ganar con un espectáculo de calle?

-Un premio tiene el valor de la ilusión y te da mucha alegría. Los premios Max están mal repartidos. Siempre estamos los mismos. Ya está bien de Animalarios, Carles Santos y Sol Picó. Lo bueno es que, como es un espectáculo de calle, espero que abra la veda para este tipo de montajes.

-¿Hacia dónde va la danza contemporánea?

-Cada vez la danza contemporánea tiende a desarrollarse con nuevos lenguajes. Muchas veces se trata de danza muy contaminada, en el buen sentido de la expresión, por la gran cantidad de gérmenes que confluyen en ella. Vivimos en un mundo multirracial y es normal que la danza y el teatro beban de otras disciplinas. La danza, quizás, está ahora menos coreografiada y se da más impacto al movimiento desde la emoción. Los grandes ballets existirán toda la vida, pero ahora mismo la palabra y la imagen son muy importantes.

-En danza contemporánea, ¿Francia y Bélgica están en otra división?

-En Europa, ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Nos miran por encima del hombro, Italia se ha frenado últimamente. Ahora Asia se nos está abriendo en lugares como Corea, Shangai o Taiwán. Es el nuevo espacio por descubrir.

-¿De qué hablará en el curso que impartirá en Mallorca?

-Mariona Segarra y yo impartimos un curso sobre danza y voz que ha organizado la actriz Catalina Solivellas. Durará cuatro días y se dará por la tarde, de lunes a jueves. Hablaré de danza y voz para profesionales y semiprofesionales, gente con un cierto conocimiento del cuerpo.