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CELIA HEREDIA Mientras Chucho Valdés observa sus delicados dedos, Bebo Valdés mantiene su mirada perdida. Tal vez su memoria le haya transportado a la última vez que visitó la Isla acompañado por su «gran amigo» Fernando Trueba. Los años pasan. Lo dicen su rostro, sus canas y una memoria «que empieza a fallar». Pero a Bebo no hay quien le pare ahora ha emprendido junto a su hijo el proyecto Juntos para siempre, un disco por el que han comenzado una gira que hoy, a las 22.00 horas, les subirá al escenario del Auditòrium, donde ofreceran un concierto incluido en el programa del Jazz Voyeur Festival.

Además de compartir el mismo apellido y el mismo brillo en la mirada, Chucho y Bebo Valdés nacieron el mismo día. Para ellos «el lazo familiar es lo más importante», y a pesar de haber estado durante mucho tiempo lejos el uno del otro, sólo era la distancia física la que les separaba. «Mi padre es un gran maestro, el mejor», confesó Chucho, quien afirmó que, «ante el piano, Bebo es la raíz y el tronco, mientras que yo sólo soy una ramificación que ha conseguido crear su estilo propio».

Durante el concierto, para el que ya no quedan entradas, padre e hijo interpretarán temas, de forma conjunta y por separado, con los que evocarán al jazz y las composiciones que ambos han creado, además de los clásicos cubanos que incluye su último trabajo. Sin 'reproches', pero sí con muchas sorpresas, el público de la Isla podrá disfrutar de un concierto para el que «hay preparado un guión», explicó Chucho, pero sobre el que de vez en cuando aparece la improvisación. «Ésa es la sorpresa», afirmó el hijo de Bebo, «la sorpresa que surje de la comunicación entre nosotros y el público».

Ambos siempre habian actuado por separado. Fue Fernando Trueba el que provocó su reencuentro con el filme y el disco Calle 54, donde padre e hijo se rinden homenaje mutuamente en los temas con los que el álbum se inicia y termina. «Cuando yo oí cómo tocaba el piano a los cuatro años, me volví loco», señaló Bebo, refiriéndose a los comienzos de Chucho. «Es algo que lleva desde que nació».

Bebo también recordó la primera vez que actuó en la Isla. Lo hizo en la discoteca Tito´s y «fue entre finales de 1962 y principios de 1963, cuando yo bajaba aquellas escaleras para que me diera el aire y paseaba cerca de un río, al lado de una iglesia que había por aquí (refiriéndose a la Catedral).

El pianista quiso recordar a todos los grandes del jazz y a sus amigos músicos, la mayoría fallecidos, con un recorrido por la historia de la música basado en su experiencia personal y en las fotografías del libro de Gerardo Cañellas, promotor del Jazz Voyeur Festival junto a Roberto Menéndez. Será éste uno de los últimos conciertos programados para el Festival, cuyas próxima citas serán el 25 de octubre, a las 22.00 horas, en el Auditòrium de Palma con el concierto en el que Barbara Hendricks homenajeará a Billie Holiday y el 12 de diciembre con The Mississipi Mass Choir.