A pesar de su juventud, Alex Fito se ha convertido en uno de los grandes valores de la historieta hecha en la Isla. Foto: TERESA AYUGA

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JONAS CLIMENT

Calaveras, luchadores enmascarados, cactus, mariachis y las pirámides aztecas son sólo algunos de los iconos de la cultura pop mexicana que «obsesionan» al dibujante Alex Fito. A pesar de lo que pueda parecer, su pasión por esta imaginería, -que le acompaña antes de que la moda la recuperase en los últimos años-, no es ni fortuita (Fito nació en México) ni una pérdida de tiempo (dos de los nuevos trabajos del artista lo han conectado directamente con el país azteca y con su vecino, Estados Unidos).

A partir de un encargo sobre el cine sudamericano, el colaborador de Ultima Hora ha creado un mural, que se imprimirá digitalmente para el Centro Cultural de España en Ciudad de México. La obra, que Fito decidió dedicar plenamente a la cinematografía mexicana, es un «pupurrí del pop cultural mexicano», donde el homenaje al séptimo arte, presente en todos los motivos (no faltan Cantinflas, Gael García Bernal o Salma Hayek versión Frida, entre muchas otras referencias), va de la mano con su particular tributo al universo mural de Diego Rivera (en particular, a su obra La historia del teatro, pintada para el Teatro de los Insurgentes en el D.F.) y a la Biblioteca de la Universidad de México, según él mismo explica.

Otro proyecto reciente le sitúa al otro lado de la frontera, en Estados Unidos, aunque sin perder el nexo con México. En este caso, el encargo, de la editorial Ranjunior (del célebre autor de Maus, Art Spiegelman), consiste en un álbum para su colección de cómics orientada e enseñar a leer a los niños. «Conocí a Spiegelman y le gustó mi trabajo en El día de los muertos en México, así que me encargó hacer un cómic para niños inmigrantes mexicanos», explica el dibujante.

Con la fecha de salida en EE UU aún por determinar, este álbum a color y de 35 páginas «narra la historia de una familia mexicana que emigra a Estados Unidos y el niño tiene miedo, pero una vez allí termina adaptándose». Tal argumento servirá a los escolares provenientes de México para que «aprendan la lengua inglesa y se identifiquen con los personajes», descubriendo así que su situación también la comparten muchos otros inmigrantes en el país norteamericano.

Por otra lado, Fito contempla que, si los derechos lo permiten, la obra «pueda adaptarse a Mallorca para que los inmigrantes que viven aquí aprendan catalán». Además, el carácter didáctico y de integración social del proyecto podría resultar de interés a las administraciones públicas.