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JONAS CLIMENT
Ahora que la contracultura global celebra un gran festín revival de los años ochenta, recuperando muchos de sus entrañables iconos, es de justicia recordar que no todo fueron sonidos sintéticos, gafas Wayfarer y luces de neón como ésta pretende. Esa misma época, en clave completamente diferente, será la protagonista de la primera de una serie de miradas que el Museu Es Baluard dedicará a su propia colección.

La exposición 80's i derives, -que se inaugurará hoy, a las 20.00, y permanecerá abierta hasta el 11 de enero, ofrece un breve pero significativo testimonio de algunos de los rasgos y preocupaciones del arte español de la citada década y aquellos años posteriores que se alimentaron de su influencia.

Durante aquel período, los artistas españoles «fueron conscientes de haberse ganado la libertad», explicaba ayer la directora del centro, Cristina Ros, apuntando hacia el «optimismo» y la «investigación» como algunos de las consecuencias más visibles en sus obras.

Otros rasgos, en un sentido estrictamente plástico, son la «pintura de formatos inmensos, la incorporación de nuevas materias pictóricas, la búsqueda orgánica, una figuración que resurge con fuerza o el auge de la escultura», tal y como se refleja en la obra de los once artistas elegidos: Andreu Alfaro, Miquel Barceló, Miguel À. Campano, Rafa Forteza, Ferrán García Sevilla, Lluís Lleó, Guillem Nadal, Jaume Plensa, Bernardí Roig, José María Sicilia y Antoni Socías.