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NACHO JIMÉNEZ La velada más esperada de las fiestas patronales de Can Picafort tuvo lugar la noche del pasado viernes con un reclamo muy esperado, La Nit de l´Auba recibió al DJ y productor británico Carl Cox, una figura de culto para los amantes del mejor tecnho house, que arrasó en el recinto deportivo.

Acompañado de sus amigos Laurent Garnier, Àngel Costa, Àngel Romero, Budi y Gavella ofrecieron una depurada sesión de las últimas tendencias electrónicas dislocando a lo largo de toda la madrugada un gran espectáculo en el que se ofreció, sobre todo, lo que el público asistente esperaba, más de seis horas de buena música en un ambiente que no se vivía en esta localidad desde hace dos años con la presencia de la berlinesa Miss Kittin.

Pasaban varios minutos de las diez de la noche cuando la organización del evento abrió las puertas, cerca de diez mil personas esperaban impacientes en el exterior del recinto. El ambiente que se respiraba era muy festivo, la gente estaba muy animada.

Los encargados de estrenar el escenario fueron los DJ Gavella & Budi, Àngel Romero y Àngel Costa, quienes demostraron una vez más que los artistas de la música de baile de la Isla aún tienen mucho que decir. Cerca de la una de la madrugada, Carl Cox apareció en el escenario para animar el ambiente y presentar a la otra gran estrella del evento: Laurent Garnier, productor y músico francés, muy esperado por los asistentes y que deleitó a los mismos con una sesión tranquila en su inicio, pero que poco a poco fue subiendo el tono hasta hacer enloquecer al público.

Ya bien entrada la noche, sobre las cuatro de la mañana, Carl Cox subió al escenario, esta vez para quedarse. Lo primero fue un saludo a Mallorca, para después dar paso al espectáculo.

El tecnho más puro y el electro house de calidad desfilaron mezclados y presentados por un malabarista de los platos como es Cox, aunque menos ruidosa de lo que cabía recordar en la actuación del músico de hace casi tres años en la playa del mismo municipio. El británico se movía sobre una plataforma en la que no faltaban unos potentes altavoces y un equipo y juego de luces, que hicieron las delicias de los más exigentes; todo, ubicado en una caja escénica construida para la ocasión, ya que el descampado donde tuvo lugar el acto carece de ella y la ocasión lo requería. Del suelo del lugar salían nubes de polvo cada vez que Cox planchaba un nuevo subidón, como dicen los más entendidos del tema. Sin duda, una noche para recordar para los amantes de la fiesta nocturna.