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M.DÍAZ Un día después de la ceremonia inaugural de la Olimpiadas, que será el día 8, el Instituto Cervantes de Pekín acogerá otra inauguración, la de la exposición de cerámicas de Picasso que llegarán a la capital china tras su paso por Jordania, donde se exhibieron desde mayo en The Jordan National of Fine Arts de Ammán.

Esta selección de piezas picassianas procede de colecciones mallorquinas, de la Col·lecció d'Art Serra, de Es Baluard y de la Sala Picasso del Ferrocarril de Sóller.

La relación entre esta exposición itinerante y el Instituto Cervantes es larga, ya que se ha exhibido en varias de sus sedes europeas o, como en el caso de Ammán, la entidad de promoción del español en el mundo ha colaborado para que la muestra fuera una realidad. Las cerámicas de Picasso viajan en estos momentos a China para que, según el comisariado de Dolores Durán, comience el montaje de la muestra.

Cerámicas de Picasso, que así se titula esta selección, está integrada por 30 piezas, datadas entre 1947 y 1969, y se completa con grabados a buril que son ilustraciones del libro Carmen, con texto de Prosper Merimée (1940) y otros libros ilustrados también por el artista.

Las cerámicas son, en la obra de Picasso, un soporte más en el que volcó los mismos temas que en sus lienzos o esculturas; la mujer, la tauromaquia, los pájaros, los faunos sirven, como en cualquiera de las otras manifestaciones plásticas en las que trabajó, para disfrutar de un «acercamiento» a su «polifacética» producción, como explica Dolores Durán. Jarras, vasos, platos, azulejos, fuentes, los elementos tradicionales de la cerámica y otras aportaciones personales están presentes en esta colección de colecciones mallorquinas. Sobre ellos plasmó el genio su visión del mundo desde que, en el año 1946, descubrió este sencillo material y sus múltiples posibilidades expresivas. Fue en Francia, en Vallauris, en el taller de un amigo, y a modelar el barro se entregó el malagueño con pasión, con la misma que ponía en todo.