Sebastià Serra, Bel Oliver, Joana Lluïsa Mascaró, Amparo Sard, Francina Armengol, Ferran Cano, Maria Antónia Munar y Bartomeu Vicens, ayer en la feria Arco.

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Con menos galerías mallorquinas y poco miedo a la recesión económica. Así comenzó ayer Arco, la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid, que afronta su 27 edición con muchos cambios en el segundo año bajo la dirección de Lourdes Fernández. El más polémico, el recorte de galerías españolas, que han bajado a 67, frente al aumento de extranjeras, 157. Esta apuesta por la «internacionalización» afecta a Balears que, de ocho en 2006, tiene aquí cuatro.

Con el lamento por la suspensión de Art Cologne Palma, «una oportunidad perdida», nuestros galeristas plantean otro, el de la falta de presencia institucional balear como en años pasados, cuando el Govern organizaba un cóctel en el recinto ferial.

Arco ocupa nuevos pabellones en Ifema y presenta nuevos programas, como Performing, con arte en directo, donde han seleccionado «la incendiaria propuesta» de Joan Morey, de la Horrach Moyà, titulada Para terminar con el juicio de Dios. Los directivos de Arco dicen que su apuesta es situarla al nivel «más alto». Luis Eduardo Cortés, de Ifema, lo resumió: «Tenemos vocación de ser una de las ferias más internacionales del mundo y eso significa ideas claras en la selección». Cabe recordar que un comité de galeristas nacionales y extranjeros hace la selección según criterios establecidos. Su actuación resulta polémica en muchas ediciones.

Ferran Cano, Pelaires y Xavier Fiol son las galerías de Mallorca aceptadas en el programa general y Horrach Moyà, en dos de vanguardia.

Ferran Cano, con un stand de creadores jóvenes ya encaminados, cuenta, entre otros, con Amparo Sard y Pep Guerrero o los siempre polémicos Óscar Seco, Martín y Sicilia.