Imágenes de los arqueólogos y restauradores trabajando en la adecuación de los restos del campamento de los prisioneros franceses del siglo XIX en la isla de Cabrera

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MARIANA DÍAZ

Los monjes bizantinos que vivieron en Cabrera en el siglo VII después de Cristo y los prisioneros franceses que fueron encerrados en la isla en el siglo XIX compartieron el mismo espacio físico. Hoy, tras varias campañas de excavación, el yacimiento arqueológico denominado La de eses Figueres, situado a lado de la playa, se puede visitar puesto que, tras su restauración, señalización y musealización, ha quedado listo para la visita.

La recuperación de los restos arqueológicos se hizo en base a un proyecto del Ajuntament de Palma, a cuyo término municipal pertenece la isla, y del organismo Parque Nacional de Cabrera. Al frente del mismo han estado los arqueólogos Magdalena Riera y Mateu Riera, que estos días se hayan inmersos en la investigación posterior a la excavación en basa a los materiales encontrados. El objetivo de esta última era «encontrar restos de una comunidad monástica bizantina», recuerda Mateu Riera. Pero al iniciar el trabajo de campo se encontraron con mucho más, huellas de diferentes momentos históricos como una factoría de salazones, «de época antigua, posiblemente romana, pero no podemos afirmarlo hasta que finalizemos la investigación que hacemos ahora»; también de «un posible taller de producción de púrpura», que podría pertenecer al paso de los vándalos (siglo IV después de Cristo»; la necrópolis bizantina del siglo VII, con la recuperación de cuatro tumbas de los monjes, hasta la barracas que ocuparon los franceses que fueron hechos prisioneros en la batalla de Bailén (1809). Entonces Cabrera se convirtió en un campo de concentración en el que permanecieron hasta 1814.

En cuanto a los monjes, poco se sabe de esta comunidad monástica bizantina, sobre la que ahora investigan los arqueólogos, excepto que, según un documento, el papa Gregorio el Magno «les envió un funcionario para que les investigara porque 'en lugar de servir a Dios, se han pasado al antiguo enemigo'». Para Riera, sería todo un hallazgo «descubrir quién era ese 'antiguo enemigo', pero me parece que resultará muy difícil».

La adecuación del yacimiento con señalizaciones y circuitos por los que el visitante podrá seguir la secuencia de ocupación y las dos épocas más importantes en la historia de la pequeña isla significa, para Mateu Riera, «que se completa la oferta histórico cultural de Cabrera, el yacimiento se añade a lo ya existente, el castillo y el museo».